El día siguiente al incendio que azotó el Mercado San Miguel se caracterizó por la angustia y desesperación entre los comerciantes afectados.
Este miércoles, tras las primeras inspecciones de seguridad, se permitió el acceso a quienes tenían locales sobre calle Urquiza, zona más golpeada por las llamas.
Allí, la escena era desoladora: negocios reducidos a escombros, productos humedecidos e inservibles y un manto de tristeza que se extendía entre los afectados.
Gabriel, familiar de un comerciante de productos electrónicos, describió la magnitud del desastre con palabras cargadas de dolor: Si no están quemados, están mojados y ya no sirven.
Estamos tratando de sacar todo lo que vemos que más o menos puede servir, lamentó.La imagen se repetía en cada rincón.
Comerciantes cargaban bolsas y cajas con lo poco que pudieron rescatar, mientras la mirada reflejaba la pérdida irreparable de su esfuerzo y trabajo.
La tragedia se intensificó cuando una comerciante afectada sufrió un colapso emocional al no poder ingresar a su local.
Familiares relataron que llevaba 20 años trabajando en el mercado y perdió todo su capital: Se descompuso porque no la dejan entrar, contó una mujer con lágrimas en los ojos.
La situación generó consternación entre los presentes, quienes se solidarizaron con las víctimas de esta tragedia que afectó a familias enteras.
Johana, joven comerciante de maquillajes y artículos para damas, perdió su local recién habilitado en las góndolas nuevas del mercado: La pérdida es total.
Suponemos que van a derribar todo, lamentó mientras señalaba los restos humeantes de su negocio. Contó que había invertido 10 millones de pesos en la estructura y el inventario, lo cual representaba una parte significativa de sus ahorros.
Pepe Muratore, administrador del Mercado San Miguel, se reunió con los comerciantes afectados para brindarles apoyo emocional y asegurarles que se hará todo lo posible por ayudarlos a reconstruir sus vidas.
La impotencia ante la magnitud del desastre era palpable.El dolor que tenemos es por la pérdida del esfuerzo y el sacrificio de tantos años, expresó Johana.
Ismael, un joven comerciante de servicio técnico de celulares, también perdió su negocio en las nuevas góndolas.
Su historia refleja la incertidumbre que se instaló en el mercado: Está todo quemado, la mayor parte de la estructura está caída.
Rescatamos algunos teléfonos y las máquinas para trabajar, pero aún no sabemos si funcionan, dijo con un tono de preocupación.
El incendio en el Mercado San Miguel dejó a numerosas familias sin sustento económico y sumió al sector comercial en una profunda incertidumbre.
La comunidad local se une en apoyo a los afectados mientras se espera que las autoridades tomen medidas para reconstruir el mercado y brindarles la ayuda necesaria a quienes perdieron todo.