La organización, fundada en 2010 por tres jóvenes que se autodefinían como anarquistas y antifascistas, promovía protestas, motines y otras acciones desestabilizadoras dirigidas contra el poder estatal y el orden social.

La decisión del tribunal surge tras años de persecución a este grupo por parte de las autoridades rusas, quienes han procesado por extremismo y enaltecimiento del terrorismo a cuatro integrantes de Antisocial Distancing.

La reciente inclusión de tres canciones del grupo en la lista de materiales extremistas del Ministerio de Justicia de Rusia marcó un punto crítico que desembocó en la prohibición total del movimiento.

Antisocial Distancing se caracterizaba por su fuerte crítica al régimen ruso y sus acciones promovían la lucha armada contra las autoridades.

Su música, difundida a través de plataformas digitales, incluía llamados a poner fin a la guerra en Ucrania y exaltaba figuras como el anarquista ruso Mijaíl Zlobitski, autor de un atentado suicida contra el Servicio Federal de Seguridad de Rusia.

Esta decisión refleja una clara intentona por silenciar cualquier tipo de disidencia en Rusia, declaró a un medio de comunicación independiente un experto en derechos humanos.

La criminalización de grupos como Antisocial Distancing demuestra la creciente intolerancia hacia la libertad de expresión y pensamiento crítico.

Con esta prohibición, cualquier actividad relacionada con Antisocial Distancing podría conllevar penas de prisión entre 15 y 20 años.

La medida genera preocupación en sectores que defienden los derechos civiles y la libertad artística en Rusia, quienes ven en este caso un ejemplo del acoso sistemático hacia las voces críticas al gobierno.

El impacto emocional de esta decisión es significativo para los miembros y seguidores de Antisocial Distancing, quienes se enfrentan ahora a la incertidumbre legal y la posibilidad de ser perseguidos por simplemente expresar sus ideas.