Innovación ancestral en los Valles Calchaquíes: Un agricultor construye un invernadero con botellas recicladas.

Aldo Arjona, un productor de tomates de Cachi, está a punto de dar forma a un proyecto innovador que combina tradición y modernidad.

Arjona busca ampliar su producción durante el invierno mediante la construcción de un invernadero, idea que se ha visto complicada por las características climáticas del norte de los Valles Calchaquíes: sequía extrema, fríos intensos y vientos persistentes.

El costo de adquirir plástico resistente a estas condiciones representaba una barrera insalvable para su presupuesto.

El agricultor encontró una solución ingeniosa en un material abundante y considerado problema por su impacto ambiental: las botellas descartables de gaseosas.

La técnica es la que utilizaban nuestros ancestros con cañas para armar techos de adobe, explica Arjona, quien aprendió esta práctica ancestral de su padre.

Las botellas atadas con alambre se convierten en un material resistente capaz de soportar los fuertes vientos calchaquíes.

Arjona logró reunir una cantidad significativa de botellas a través de la solidaridad de los vecinos de Fuerte Alto, donde está ubicado el invernadero.

La estructura ya cuenta con las paredes y le falta únicamente el techo para su finalización.El productor necesita aún alambre fino galvanizado y San Martín para la construcción del mismo, además de semillas, cemento, maderas y plásticos para plantines.

Arjona forma parte de la Asociación de Pequeños Productores de Fuerte Alto, una organización que agrupa a más de 20 familias dedicadas a la producción hortícola en Cachi.

El trabajo colectivo permite generar ingresos a través de la venta de tomate, cebolla, pimiento, zapallitos y demás hortalizas, así como condimentos de exportación.

La Asociación ha logrado consolidarse gracias al apoyo de la Secretaría de Agricultura Familiar y Desarrollo Social de la Nación, hoy desmanteladas, y continúa trabajando para fortalecer la producción local.

La iniciativa de Arjona no solo demuestra un ingenio admirable para solucionar problemas con recursos disponibles, sino que también representa una valiosa lección sobre la importancia de integrar el conocimiento ancestral con las innovaciones modernas.

Su proyecto resalta la capacidad de adaptación y resiliencia del sector agrícola en los Valles Calchaquíes, donde los productores se enfrentan constantemente a desafíos ambientales y económicos.