El cannabis, una sustancia con creciente aceptación legal en diversos países, ha cobrado un nuevo protagonismo por su posible asociación con una condición médica poco común: el síndrome de hiperémesis cannabinoide (SHC).

Esta entidad clínica se caracteriza por episodios recurrentes de náuseas intensas, vómitos y dolor abdominal que afectan principalmente a los consumidores habituales de marihuana.

A pesar de la aparente paradoja, el consumo regular de cannabis, conocido por sus efectos antieméticos en pacientes con quimioterapia, puede desencadenar una tormenta gastrointestinal devastadora en algunos individuos.

La falta de datos precisos sobre la prevalencia del SHC en España, estimada en estudios preliminares entre 30.000 casos anuales, pone de manifiesto la necesidad de mayor investigación y concienciación médica sobre esta afección.

Un posible factor clave detrás del aumento del SHC podría ser la creciente accesibilidad al cannabis, impulsada por la legalización en varios países como Estados Unidos.

Un estudio publicado en el Journal of Clinical Gastroenterology reveló un incremento significativo de las hospitalizaciones relacionadas con el SHC en Massachusetts tras la legalización del cannabis recreativo en el estado.

Otro factor a considerar es la mayor potencia del cannabis disponible actualmente, con niveles de THC (el componente psicoactivo) que pueden alcanzar el 35% o más, comparados con el 2 al 4% de hace décadas.

Aunque el porqué algunas personas son susceptibles al SHC mientras otras no sigue siendo un misterio, los investigadores apuntan a posibles explicaciones en la interacción del cannabis con el sistema endocannabinoide humano, responsable de regular diversas funciones corporales como el aprendizaje, la memoria y la respuesta al estrés.

Un desequilibrio en este sistema, especialmente en el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (HPA), podría desencadenar los síntomas del SHC. También se ha postulado una posible susceptibilidad genética a esta condición, con depresión y ansiedad como factores de riesgo asociados.

La paradoja es que no entendemos qué está desencadenando esto en un momento en particular, explica David Levinthal, director del Centro de Neurogastroenterología y Motilidad del Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh.

Entre los principales sospechosos están la falta de sueño y el estrés intenso.
El diagnóstico del SHC se basa en la presencia de tres o más episodios de náuseas, vómitos y dolor abdominal al año, con un consumo diario de cannabis durante al menos un año, y la resolución de los síntomas tras dejar el cannabis por seis meses.

La forma de confirmar el diagnóstico es precisamente la abstinencia del cannabis, lo que puede ser un desafío para algunos consumidores crónicos.

El tratamiento del SHC se centra principalmente en dejar de consumir cannabis, pero esto puede generar síntomas de abstinencia como ansiedad, irritabilidad e incluso depresión.

El apoyo profesional y medicamentos como amitriptilina pueden ayudar a superar este proceso.Para quienes no pueden dejar el cannabis abruptamente, alternativas incluyen reducir la ingesta, cambiar a formulaciones con menor concentración de THC o incorporar cannabidiol (CBD) en la rutina, un componente que no produce euforia.

La investigación sobre el SHC es crucial para comprender mejor sus causas y desarrollar tratamientos más efectivos.

Claramente, necesitamos estudiar esto más, concluye Deepak Cyril DSouza, profesor de psiquiatría en la Universidad de Yale.