El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha comunicado al presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, su intención de responder al ataque iraní del pasado abril con ataques dirigidos a instalaciones militares dentro de Irán.

Según fuentes oficiales, este enfoque estratégico busca evitar las ramificaciones políticas que podrían surgir de un ataque contra objetivos petroleros o nucleares, especialmente en el contexto de las elecciones presidenciales estadounidenses programadas para noviembre.

Netanyahu comprendió la sensibilidad de la situación y la necesidad de calibrar su respuesta con cautela, declaró una fuente familiarizada con las conversaciones entre ambos líderes.

Un ataque contra infraestructuras petroleras podría tener un impacto directo en los precios de la energía, mientras que un ataque al programa nuclear iraní podría desencadenar una escalada militar que involucraría a Estados Unidos.

El plan de Netanyahu ha sido recibido con alivio en Washington, donde se teme que una acción más contundente contra Irán pueda desestabilizar la región y afectar negativamente las elecciones.

Buscamos trabajar con Israel para asegurar una respuesta proporcional que minimice el riesgo de escalada y preserve la seguridad regional, señaló un funcionario del Departamento de Estado estadounidense.

Las conversaciones entre Estados Unidos e Israel sobre la respuesta al ataque iraní han sido intensas en los últimos días, con Washington buscando influir en la estrategia israelí para evitar un conflicto mayor.

La preocupación por una posible escalada de violencia se ve amplificada por el impacto potencial que podría tener una crisis energética en las elecciones estadounidenses.

Un aumento significativo en el precio de la gasolina podría perjudicar a la candidata demócrata, Kamala Harris, explicó un analista político.

El ataque iraní del 13 de abril sobre territorio israelí con cerca de 300 proyectiles fue ampliamente condenado por la comunidad internacional y generó una fuerte respuesta militar israelí.

Las preocupaciones sobre las repercusiones políticas y geoestratégicas han llevado a un enfoque más cauteloso en la planificación de la respuesta.