En la era digital, donde la conectividad es omnipresente, el Wi-Fi ha transformado nuestra forma de interactuar con el mundo.

Esta comodidad conlleva riesgos si no se utiliza con responsabilidad.Desactivar la conexión inalámbrica al salir de casa se convierte en una medida crucial para proteger nuestra privacidad y optimizar el rendimiento del dispositivo.

La seguridad de los datos es uno de los principales motivos para desconectar el Wi-Fi fuera de nuestras viviendas.

Cuando el teléfono busca constantemente redes disponibles, se expone a redes falsas o maliciosas que pueden robar información personal o infectar con malware, explica Sofía Rodríguez, experta en ciberseguridad.

Del riesgo de ataques cibernéticos, la conexión Wi-Fi activa consume energía innecesariamente, agotando la batería del dispositivo.

La búsqueda constante de redes y la transferencia de datos generan una carga considerable para el teléfono, especialmente si no se utiliza, afirma Juan Pérez, ingeniero especializado en dispositivos móviles.

Esta situación puede ser frustrante, especialmente cuando nos encontramos fuera de casa sin acceso a un cargador.

Finalmente, mantener el Wi-Fi activo puede afectar al rendimiento del celular. La constante búsqueda de redes satura los microchips del teléfono, reduciendo la potencia de procesamiento disponible para otras tareas, añade Pérez.

Esto se traduce en una experiencia menos fluida al navegar por internet, utilizar aplicaciones o ejecutar juegos.

Desactivar el Wi-Fi cuando no sea necesario no significa renunciar a la conectividad, sino utilizarlo con consciencia.

La clave está en equilibrar la comodidad de estar siempre online con la seguridad y el buen funcionamiento del dispositivo.