La ciudad de Salta se vistió de luto ayer al despedir al padre Javier Romero, querido sacerdote que marcó a generaciones con su entrega y carisma.
Un numeroso grupo de fieles, familiares y amigos acompañaron el cortejo fúnebre hasta su último destino: el Cementerio Nuestra Señora de la Paz.
La misa exequial, celebrada en la Catedral Basílica de Salta, fue presidida por el Monseñor Cargnello, quien destacó la humildad y el profundo acercamiento del Vicario Episcopal con sus feligreses.
Testimonios compartidos durante la ceremonia evocaron momentos imborrables junto al padre Romero, resaltando su trayectoria y el significativo vínculo que forjó con la comunidad salteña.
El padre Romero era una persona sencilla, siempre dispuesto a escuchar y a ayudar a los demás, expresó una devota católico, conmovida por la pérdida.
Su legado de amor y servicio será recordado por todos aquellos que lo conocieron.
La tristeza se apoderó del ambiente al momento de despedir los restos del padre Romero.
El coche fúnebre recorrió lentamente las calles de la plaza 9 de Julio, rodeado por un manto de silencio roto solo por las lágrimas de los presentes.
Un gran número de personas acompañaron el vehículo en una muestra de afecto y reconocimiento a la vida dedicada a servir a la comunidad.
Nacido en Salta, el padre Romero se crió en la avenida San Martín al 1.200 y cursó sus estudios en las escuelas Juan Bautista Alberdi y Benjamín Zorrilla.
Posteriormente, viajó a Mendoza para continuar su formación religiosa, regresando finalmente a Salta para finalizar la secundaria en el colegio Madre María Sara Lona.