Isaac Newton, la figura icónica de la física y la ciencia moderna, es conocido por revolucionar nuestra comprensión del universo con leyes fundamentales como la gravitación universal.

Su huella no se limitó al ámbito científico; brevemente incursionó en la política británica, aunque su participación fue notablemente discreta.

Elegido miembro del Parlamento en 1689 para representar a la Universidad de Cambridge, Newton ocupó un asiento en la Cámara de los Comunes tras el derrocamiento del rey Jacobo II durante la Revolución Gloriosa.

A diferencia de sus contribuciones trascendentales a la ciencia, su actuación política se caracterizó por un silencio casi absoluto.

Durante los años que asistió a las sesiones parlamentarias, Newton no intervino en ningún debate.

El hombre que nos regaló las leyes del movimiento y la gravitación universal parecía desinteresado por las discusiones políticas de su época.

Se decía que Newton, conocido por su dedicación obsesiva a la ciencia y su carácter introvertido, veía su paso por la política como un deber más que una pasión, explican fuentes históricas.

Un único incidente revela un momento en el que rompió su silencio.En una sesión parlamentaria, Newton se levantó inesperadamente.

Los presentes se sumieron en una expectante quietud, esperando que pronunciara alguna observación brillante o quizás ofreciera una perspectiva científica sobre la situación política del momento.

Pero lo que dijo fue: Perdón, podría alguien cerrar aquella ventana?Hay corriente de aire y se me puede caer la peluca.

Este fue el único discurso de Newton en el Parlamento, un relato que ha pasado a formar parte del mito del genio científico.

El episodio, aparentemente trivial, ofrece una visión profunda de la personalidad de Newton.A pesar de su inigualable genio, era un hombre modesto y con prioridades claras.

Su mente estaba constantemente sumergida en sus investigaciones científicas, dejando poco espacio para los asuntos políticos.

Este episodio nos recuerda que, por muy grande que fuera su contribución al conocimiento humano, Newton era, después de todo, humano, señalan expertos.

Las preocupaciones cotidianas no eran ajenas a él, y la imagen del genio científico preocupado por una ventana abierta resalta su humanidad.