Los hospitales de países desarrollados enfrentan un preocupante aumento en el número de pacientes hospitalizados con infecciones graves causadas por bacterias multirresistentes.

Estas bacterias, que ya no responden a los tratamientos antibióticos convencionales, representan una amenaza creciente para la salud pública global.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta que para 2050, las infecciones por bacterias multirresistentes podrían provocar 10 millones de muertes al año, superando incluso las cifras de muertes causadas por accidentes de tráfico, diabetes y cáncer.

Esta crisis se ha desarrollado gradualmente, casi sin ser percibida, convirtiéndose en una amenaza silenciosa pero mortal.

A pesar de su introducción revolucionaria en la práctica clínica durante los años 40, los antibióticos, al igual que las vacunas, han salvado millones de vidas contra enfermedades infecciosas, permitiendo avances como los trasplantes de órganos, la supervivencia de niños prematuros e inmunodeprimidos, y la realización de cirugías complejas.

El uso indiscriminado y excesivo de estos fármacos ha acelerado el desarrollo de bacterias resistentes.

La pérdida de eficacia de los antibióticos nos aboca a una situación crítica a nivel global desde el punto de vista sanitario, advierte la catedrática de Microbiología de la Universidad CEU Cardenal Herrera, Mª Teresa Pérez Gracia.

El problema no se limita al ámbito clínico, ya que la interconexión entre humanos, animales y el medio ambiente crea un caldo de cultivo para la propagación de bacterias resistentes.

La resistencia a los antibióticos puede extenderse rápidamente a través de cadenas alimenticias, contaminantes ambientales y contacto humano con animales infectados.

La falta de conciencia sobre la función específica de los antibióticos y su uso inapropiado son factores que contribuyen al crecimiento de este problema.

De acuerdo con datos del Eurobarómetro de 2018, un porcentaje significativo de la población europea cree erróneamente que los antibióticos son efectivos contra virus como el resfriado o la gripe.

Es fundamental concienciar a la población acerca del uso adecuado de los antibióticos, enfatiza Pérez Gracia.

Para afrontar esta crisis global, es indispensable una estrategia integral conocida como One Health que integre los esfuerzos en salud humana, animal y ambiental.

Se requieren:

Investigación e innovación: Fomentar el desarrollo de nuevos antimicrobianos para combatir las bacterias resistentes.

Educación pública: Sensibilizar a la población sobre la importancia del uso responsable de los antibióticos.

Monitoreo y vigilancia: Implementar sistemas robustos para detectar y rastrear la aparición de nuevas cepas resistentes.

Colaboración internacional: Promover la cooperación entre países para abordar este desafío global.

La pérdida de eficacia de los antibióticos representa una amenaza inminente para el progreso médico alcanzado a lo largo del siglo XX. La comunidad científica, los gobiernos y la sociedad en general deben tomar medidas urgentes para preservar este recurso vital y garantizar la salud pública para las generaciones futuras.