Stephen Hawking, uno de los científicos más influyentes del siglo XX, dejó un legado no solo por sus revolucionarias teorías sobre los agujeros negros y la radiación Hawking, sino también por sus inquietantes predicciones sobre el futuro del planeta Tierra.

En una declaración que causó gran revuelo en la comunidad científica e internacional, Hawking advirtió sobre la posibilidad de que nuestro planeta se convierta en una bola de fuego similar a Venus en un plazo relativamente corto, es decir, antes del año 2600.

En una conferencia celebrada durante la Cumbre WE de Tencent en China, el cosmólogo británico explicó que el principal factor determinante para este escenario apocalíptico es el crecimiento exponencial de la población humana.

La cantidad de personas se ha duplicado cada cuarenta años, declaró Hawking, y solo puede soportar un límite finito.

Según su análisis, el aumento demográfico inevitablemente conducirá a un incremento significativo en el consumo de energía, lo que provocaría una elevación considerable de la temperatura global y transformaría la Tierra en una inhóspita bola de fuego con temperaturas similares a las de Venus, alrededor de 250 grados Celsius.

Esta predicción, basada en modelos matemáticos y observaciones astronómicas, generó un intenso debate entre expertos.

Algunos científicos se mostraron escépticos, argumentando que la capacidad tecnológica humana para desarrollar fuentes de energía limpias y alternativas podría mitigar el impacto del crecimiento poblacional.

Otros investigadores coincidieron con Hawking en la gravedad de la situación, recalcando la urgencia de tomar medidas contundentes para reducir nuestra huella ecológica y promover una forma de vida más sostenible.

Si no cambiamos nuestros patrones de consumo y producción, advirtió un experto en cambio climático, correremos el riesgo de convertir nuestro hogar en un infierno inhabitable.

Las palabras de Stephen Hawking han dejado una profunda huella en la conciencia colectiva, activando un debate crucial sobre el futuro del planeta Tierra.

La pregunta que ahora se plantea es: ¿Podremos tomar las medidas necesarias para evitar un destino similar al de Venus?