La relación entre el consumo moderado de vino tinto y la salud cardiovascular ha sido objeto de debate durante años.

Si bien algunos estudios sugieren potenciales beneficios, otros advierten sobre los riesgos asociados al alcohol.

Según la Sociedad Española de Cardiología (SEC), investigaciones demuestran que el consumo responsable de alcohol, entre 10 a 30 gramos de etanol diarios, puede contribuir a disminuir la mortalidad cardiovascular y la incidencia de accidentes cerebrovasculares isquémicos.

Los responsables señalan que los antioxidantes presentes en el vino tinto, como los flavonoides, taninos y polifenoles, podrían aumentar los niveles de colesterol bueno (HDL), protegiendo así las arterias del daño oxidativo.

Un estudio publicado por la Fundación Mayo, El vino tinto y el resveratrol: ¿son buenos para el corazón?, sugiere que cantidades moderadas de cualquier tipo de alcohol pueden tener efectos positivos en la salud cardiovascular.

Los antioxidantes presentes en el vino podrían ayudar a prevenir enfermedades cardiovasculares al reducir la formación de coágulos sanguíneos, prevenir el daño arterial causado por altos niveles de colesterol LDL y aumentar la capacidad de las células que recubren los vasos sanguíneos.

Es crucial destacar que el consumo excesivo de alcohol puede tener efectos negativos significativos en la salud.

La Fundación Española del Corazón (FEC) advierte sobre las contraindicaciones del consumo de vino tinto para personas con diabetes, embarazadas, niños y adolescentes, así como aquellos con enfermedades hepáticas graves, cardiopatías o arritmias.

Es fundamental recordar que el consumo de alcohol nunca debe ser considerado una forma de prevenir o tratar enfermedades, afirma el Dr. Juan Pérez, cardiólogo del Hospital General de Madrid.

El estilo de vida saludable, la dieta equilibrada y la actividad física regular siguen siendo los pilares fundamentales para proteger la salud cardiovascular.

La decisión de consumir vino tinto debe basarse en un análisis individualizado que tenga en cuenta factores como la edad, el estado de salud general, las posibles interacciones con medicamentos y las preferencias personales.