Fernando Hernández Leyva, alias Pancho López, se ha convertido en uno de los nombres más siniestros en la historia criminal de México.

Con una confesión impactante que sacudió al país, López admitió haber asesinado a más de 100 personas durante una década, un hecho que lo posiciona como uno de los asesinos seriales más sanguinarios del país.

La escalada de violencia atribuida a López comenzó en la década de 1980 con varios crímenes registrados en diferentes estados mexicanos: Morelos, Jalisco, Colima, Guanajuato y Michoacán.

Su modus operandi macabro se intensificó durante un robo frustrado en Lomas de Zapopan en 1996, donde él y su cómplice, Ramón Campos Gudiño, tomaron como rehenes a una familia y al periodista Carlos Cabello Wallace, quien estaba cubriendo el hecho en vivo.

Tras siete horas de dramáticas negociaciones con las autoridades, López se rindió, marcando un punto crucial en la captura definitiva del criminal.

Durante el proceso judicial, la cantidad de asesinatos atribuidos a López aumentó vertiginosamente, llegando finalmente a 137.

La confesión inicial del criminal fue impactante: Los maté porque tenía que hacerlo.No sé hacer otra cosa.

Durante su juicio, López se retractó de las acusaciones y afirmó haber sido víctima de tortura y amenazas por parte de los agentes judiciales.

A pesar de sus alegatos, las autoridades no emitieron comentarios sobre sus declaraciones.
El peso de la evidencia contra López fue contundente, lo que llevó a su condena definitiva en una cárcel de máxima seguridad, donde permanece actualmente.

Su caso ha dejado una profunda huella en la sociedad mexicana, generando debate sobre los métodos utilizados para obtener confesiones y la necesidad de abordar las causas profundas de la violencia que plaga el país.