Un ataque aéreo israelí contra el cuartel general de Hezbolá en el sur de Beirut ha generado una intensa polémica internacional.
El ministro libanés de Salud informó que dos personas fallecieron y 76 resultaron heridas en los bombardeos, mientras equipos de rescate continúan buscando sobrevivientes atrapados entre escombros.
Seis edificios fueron completamente destruidos y se reportan importantes daños materiales en el barrio de Haret Hreik.
El primer ministro libanés, Najib Mikati, acusó a Israel de llevar a cabo una guerra genocida, calificando la ofensiva como una muestra de desprecio por los esfuerzos internacionales para lograr un alto el fuego.
Desde Nueva York, donde participa en la Asamblea General de la ONU, Mikati denunció el ataque y subrayó su gravedad.
Estados Unidos, por su parte, afirmó no haber recibido advertencia previa del ataque.El secretario de Defensa, Lloyd Austin, habló con su homólogo israelí durante la operación, según un portavoz del Pentágono.
Estados Unidos no estuvo involucrado en esta operación y no tuvimos ninguna advertencia previa, declaró Sabrina Singh, portavoz del Pentágono, quien se abstuvo de revelar detalles sobre la conversación entre Austin y el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant.
La Fuerza Aérea israelí justificó la acción argumentando que se trata de medidas necesarias para proteger a nuestro pueblo y permitir que las familias israelíes vivan de forma segura.
Daniel Hagari, portavoz de la Fuerza Aérea israelí, afirmó que el objetivo es asegurar la tranquilidad de los ciudadanos israelíes.
Inicialmente, medios de comunicación israelíes informaron que el ataque había alcanzado al líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah.
La organización desmintió rotundamente esta información.Una fuente cercana a Hezbolá confirmó a Reuters que Nasrallah no se encontraba en los edificios impactados por los misiles.