El pequeño pueblo de La Silleta, ubicado en la provincia de Salta, se enfrenta una vez más al temor constante de las inundaciones que azotan su comunidad año tras año.

Las lluvias torrenciales, característico del clima local, se convierten en una amenaza latente para sus habitantes, quienes ven cómo sus hogares y propiedades quedan a merced del agua.

Rubén Olarte, vecino de La Silleta, ha tomado la iniciativa de dar voz a la preocupación que embarga a su comunidad.

En nombre de 66 familias afectadas por las recurrentes inundaciones, Olarte se presentó en la Secretaría de Obras Públicas de la provincia, presentando una nota firmada por los damnificados.

Su objetivo: exigir respuestas y soluciones efectivas ante un problema que se ha convertido en una tragedia recurrente para su pueblo.

Me presenté en la Secretaría de Obras Públicas llevando una nota con la firma de 66 vecinos, todos damnificados por las inundaciones que sufre La Silleta año tras año, afirma Olarte, quien denuncia la falta de respuesta a dos expedientes previamente presentados ante las autoridades provinciales.

Fuimos a pedirles a la Secretaría de Obras Públicas que dé curso a dos expedientes que la Secretaría de Recursos Hídricos le elevó, donde le explican las causas y las posibles soluciones a las inundaciones, agrega, evidenciando la desesperación de una comunidad ignorada.

La situación se agravó el pasado 18 de diciembre cuando una lluvia de apenas diez minutos causó graves daños en La Silleta.

Ante esta emergencia, Olarte y sus vecinos presentaron una nota ante la Secretaría de Recursos Hídricos el 27 de diciembre.

El 16 de enero, un equipo de ingenieros llegó a la localidad para realizar un relevamiento del área afectado y estudiar las posibles soluciones al problema.

Dos meses después, ninguna obra ha comenzado.Estamos ya en octubre, a dos meses del inicio de la lluvia, si no es antes, advierte Olarte, mostrando la preocupación de la comunidad ante la inacción gubernamental.

El informe técnico elaborado por los ingenieros destaca la necesidad de realizar grandes obras de infraestructura para una solución definitiva a las inundaciones.

Se mencionan trabajos menores que podrían ayudar a mitigar el impacto del agua en las próximas lluvias.

Entre estas medidas se encuentra la limpieza del canal interceptor, según relata Olarte.
La falta de respuestas por parte de las autoridades ha llevado a los vecinos de La Silleta a tomar cartas en el asunto.

El pasado domingo, una multitud se congregó en la plaza del pueblo para firmar la nota dirigida al gobierno provincial, solicitando que se den curso a los dos expedientes presentados por la Secretaría de Recursos Hídricos.

Concretamente le pedimos, por favor, que den curso a estos dos expedientes que le elevó la Secretaría de Recursos Hídricos de la provincia, exhorta Olarte, quien agradece a Nuevo Diario por ser el único medio que ha dado visibilidad a su reclamo.

Es el único medio con el que contamos.Son ustedes lo único que tenemos, concluye, reflejando la desesperanza y la soledad que sienten ante la indiferencia del gobierno.

Este caso no es aislado.En otras zonas de Salta, como La Merced y San José de los Cerrillos, también se están llevando a cabo trabajos para mejorar las infraestructuras y mitigar el impacto de las lluvias.

En La Merced, la Dirección de Vialidad está reparando gaviones, colchonetas y limpiando cunetas en el kilómetro 17 de la ruta provincial 21.

Se está trabajando en conjunto con diferentes organismos para poner en funcionamiento una represa reguladora de crecidas en el camino comunal Vera Berruezo.

En San José de los Cerrillos, personal y maquinaria del organismo provincial realizaron labores de limpieza sobre el canal oeste, contando con la colaboración del municipio para la provisión de combustible.

Aunque estos esfuerzos son bienvenidos, la situación en La Silleta sigue siendo crítica.La inacción ante un problema tan grave evidencia una falta de compromiso por parte de las autoridades con la seguridad y el bienestar de sus ciudadanos.

La historia de este pueblo se convierte en un espejo que refleja la fragilidad de los sistemas de protección frente a los embates del clima, dejando al descubierto la vulnerabilidad de quienes viven en zonas consideradas de riesgo.