El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont pisó suelo español este jueves después de siete años de exilio.

Su regreso, marcado por una intensa expectación mediática, se produce tras una campaña electoral donde reiteraba su intención de volver a España con el pleno de investidura, independientemente del resultado.

Puigdemont, figura central en la controvertida declaración unilateral de independencia de Cataluña en 2017, ha vivido un exilio marcado por detenciones y persecución judicial.

Su huida desde entonces se enmarcó en las tensiones derivadas del referéndum independentista, que fue declarado ilegal por el Tribunal Constitucional.

El artículo 155 de la Constitución se aplicó para retirar competencias autonómicas a Cataluña y destituir al gobierno catalán liderado por Puigdemont.

La ley de amnistía es un paso importante hacia la reconciliación y la justicia social.No podemos olvidar que miles de personas fueron afectadas por las represalias del Estado durante el proceso independentista, afirmaba recientemente Joan Ridao, diputado de ERC (Esquerra Republicana de Catalunya) en declaraciones a la prensa.

La ley de amnistía aprobada en mayo no exonera completamente a Puigdemont de cargos pendientes.

El juez Pablo Llarena mantiene una orden de detención por el delito de malversación de fondos públicos, considerado un delito que escapa a las excepciones de la amnistía.

Su regreso a Barcelona este jueves ha generado incertidumbre sobre su futuro inmediato.La policía catalana investiga cómo pudo eludir el operativo policial tras su discurso en la plaza Lluís Companys y se espera una resolución judicial próximamente.

La situación actual representa un punto crucial para el futuro político de Cataluña.El retorno de Puigdemont reabre heridas abiertas y plantea interrogantes sobre el papel del exilio, la amnistía y la reconciliación nacional.