La tensión entre Israel y Hizbulá ha alcanzado niveles alarmantes tras un intercambio de fuego masivo, el más intenso desde la guerra de 2006.
El ejército israelí lanzó ataques aéreos contra objetivos de la milicia libanesa en respuesta a lo que calificó como una amenaza inminente de ataque con misiles y drones contra territorio israelí.
Hizbulá, por su parte, afirmó haber respondido al asesinato de su jefe militar, Fuad Shukr, en un ataque israelí previo.
Según el ejército israelí, la operación preventiva frustró el lanzamiento de cientos de proyectiles y neutralizó varios drones que se dirigían hacia objetivos estratégicos en el centro del país, incluyendo la sede del servicio secreto (Mosad) y una unidad de inteligencia militar.
El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, estimó que la acción preventiva evitó el lanzamiento de entre un 50% y dos tercios de los cientos de proyectiles previstos.
Hizbulá, a través de su líder Hassan Nasralá, afirmó haber lanzado 340 proyectiles y decenas de drones contra objetivos militares en Israel.
Nasralá destacó que la operación buscaba garantizar una respuesta contundente al asesinato de Shukr sin provocar un conflicto generalizado.
Afirmó que los objetivos seleccionados se encontraban lejos de áreas civiles y que las afirmaciones israelíes sobre el fracaso de su ataque eran falsas.
Fuentes del grupo indicaron que Hizbulá no buscaba desencadenar una guerra, pero sí enviar un mensaje claro a Israel sobre sus capacidades militares y la determinación de responder a cualquier agresión contra sus miembros.
La escalada de tensión ha generado preocupación internacional.El primer ministro libanés, Najib Mikati, se encuentra en contacto con aliados internacionales para buscar una solución pacífica al conflicto.
El presidente estadounidense, Joe Biden, ha mantenido conversaciones con líderes regionales e israelíes buscando un camino hacia la tregua.