El corazón de la ciudad se conmueve con la despedida de Rubén Flores, un conductor de colectivos salteño que después de una larga y dedicada carrera, toma el retiro merecido.
Su último recorrido al volante del interno 476 en el servicio 4C es un emotivo capítulo que cierra una historia marcada por el profesionalismo y la amabilidad.
Durante años, Rubén se ha convertido en un rostro familiar para los pasajeros, quienes lo recuerdan no solo por su puntualidad y seguridad al conducir, sino también por su trato amable y su disposición a ayudar.
Rubén era más que un conductor, comenta una pasajera habitual del servicio 4C. Siempre nos recibía con una sonrisa y se preocupaba por el bienestar de los demás.
Su partida deja un vacío importante en la comunidad.
La gratitud hacia Rubén también se extiende a sus colegas, quienes lo describen como un compañero excepcional.
Su presencia era contagiosa, siempre mantenía un ambiente positivo en el equipo, expresa uno de sus compañeros conductores.
Sus enseñanzas y su ética laboral serán recordadas por todos nosotros.
El adiós de Rubén Flores es un recordatorio del impacto que las personas comunes pueden tener en la vida de los demás.
Su legado de dedicación al servicio público, su amabilidad y su compromiso con la comunidad se convierten en una inspiración para las futuras generaciones.