Rodolfo Mendoza, geólogo jubilado que pasó su vida en la Puna salteña, ofrece una valiosa perspectiva sobre la transformación del sector minero a través de sus experiencias.

Su relato, publicado por el Día de la Minería para La Unión de los Andes, es un testimonio único de cómo la minería ha evolucionado desde campamentos rudimentarios hasta una actividad más profesionalizada y consciente del impacto ambiental y social.

Mendoza, nacido en Salta y criado en Mina El Aguilar (Jujuy), recuerda con nostalgia sus primeros años rodeados de mineras subterráneas y el trabajo duro de sus padres.

Fue allí donde despertó su pasión por la geología, influenciada por los profesores multidisciplinarios que trabajaban para la Compañía Minera Aguilar S.A.

Tras graduarse como geólogo en la UNSa, Mendoza incursionó en diversas empresas mineras, tanto en Bolivia como en Argentina.

Experiencias como las vividas en la Mina Candelaria, donde se extraía antimonio y oro de forma subterránea, le brindaron una visión completa del funcionamiento del sector.

En aquellos tiempos, las empresas mineras se preocupaban por el bienestar de sus empleados e incluso ofrecían servicios sociales a las familias, recuerda Mendoza.

Con el paso del tiempo, notó un cambio en la dinámica laboral.Los campamentos dejaron de ser comunidades autosuficientes para convertirse en espacios solo para los trabajadores.

A pesar de esto, Mendoza destaca una mejora significativa en las condiciones laborales y las prestaciones ofrecidas a los mineros.

Actualmente, se respetan normas rigurosas en materia de seguridad, salud ocupacional y derechos laborales, afirma con satisfacción.

La evolución más notable, según Mendoza, ha sido la incorporación del concepto de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) en el sector minero.

Las empresas ahora cuentan con departamentos específicos dedicados a la protección del medio ambiente y a la interacción social con las comunidades locales.

Este compromiso es fundamental para garantizar un desarrollo sostenible, argumenta.
En cuanto al rol del Estado, Mendoza aboga por una intensificación de la fiscalización no solo en el sector minero, sino también en otros sectores productivos.

Es necesario asegurar que todas las actividades económicas se desarrollen de manera responsable y transparente, concluye.

La historia de Rodolfo Mendoza nos permite comprender cómo la minería ha evolucionado a lo largo del tiempo, superando obstáculos y adaptándose a nuevas necesidades.

Su testimonio es un llamado a la responsabilidad, tanto para las empresas mineras como para el Estado, para garantizar que este sector vital sea sostenible en el tiempo.