Salvatore Silvio Mangion, conocido también como Kalang, se convirtió en la sombra más oscura de Malta al ser condenado como el único asesino serial del país.

Sus crímenes, cometidos entre 1984 y 1998, dejaron un profundo impacto en la sociedad y sembraron el terror entre los habitantes.

Mangion, quien padecía esquizofrenia, depresión y adicción a las sustancias psicoactivas, atacó a sus víctimas con crueldad y calculada premeditación para robarles pequeñas sumas de dinero.

El primer asesinato ocurrió en febrero de 1984 cuando Rozina Zammit fue hallada muerta en la puerta de su casa con 37 puñaladas en el cuello, pecho y abdomen.

La investigación determinó que el móvil del crimen había sido el robo, ya que se constató que le habían sustraído una suma equivalente a 200 millones de libras de la época.

Mangion, quien confesó el crimen en prisión, relató haber seguido a Zammit hasta su casa y haberla atacado sin piedad tras llamar a la puerta.

El siguiente asesinato ocurrió en octubre de 1986, cuando María Stella Magrin, una anciana que vivía cerca del ex presidente de Malta Ugo Mifsud Bonnici, fue atacada junto a sus acompañantes Leli y Oswaldo Spiteri.

Tras exigirle dinero a la víctima con amenazas, Mangion la apuñaló trece veces para impedir que identificara a los autores del crimen.

Magrin falleció a consecuencia de las heridas.
En agosto de 1998, Mangion volvió a atacar, esta vez a Giuseppa y su hermano Francesco Frenc Savario Cassar.

Tras administrarse pastillas y alcohol para aumentar su valentía, Mangion apuñaló a Giuseppa en el estómago y el brazo derecho, mientras que al ver que se defendía, atacó mortalmente a su hermano con un puñal en el pecho.

Giuseppa sobrevivió al ataque y logró denunciar el hecho a la policía, lo que llevó a la detención de Mangion.

En 2004, Mangion fue condenado a 21 años de prisión por el asesinato de Cassar e intento de homicidio contra Giuseppa.

Un año después, reveló sus otros dos crímenes ante otros reclusos, confesiones que fueron informadas a la policía y llevaron a su condena a cadena perpetua por los asesinatos de Zammit y Magrin.

El impacto emocional de estos crímenes fue profundo en Malta.La sociedad se sintió vulnerable ante la brutalidad del asesino serial, y la confianza en la seguridad pública se vio afectada.

El caso de Mangion se convirtió en un símbolo del lado oscuro de la sociedad maltesa, y su historia continúa siendo recordada como una tragedia que marcó a una nación entera.