El Black Friday, una jornada comercial que se ha convertido en un fenómeno global, desata una vorágine de compras impulsadas por ofertas irresistables.
Si bien la lógica económica nos sugiere buscar los mejores precios, ¿qué sucede realmente en nuestro cerebro cuando nos encontramos frente a estos descuentos?
La neurociencia nos revela cómo nuestras emociones, motivaciones y estructuras cerebrales interactúan para convertirnos en consumidores compulsivos.
Diego Redolar, profesor de neurociencias de la Universidad Oberta de Catalunya y director de la unidad de neuromodulación y neuroimagen del Instituto BRAIN 360, explica que el cerebro tiene la tarea de reunir información del mundo que nos rodea y de nuestro cuerpo para dirigir nuestra conducta de la manera más apropiada posible.
Esta función se realiza a través de dos mecanismos: un análisis deliberado y lento, o un sistema rápido e instintivo.
El sistema rápido, el que suele dominar en situaciones como las ofertas del Black Friday, puede llevarnos por caminos erróneos debido a sesgos cognitivos.
Nuestro cerebro utiliza etiquetas emocionales para seleccionar la información relevante, acelerando la toma de decisiones.
Esta brevedad puede generar errores de juicio. En este escenario, el contexto juega un papel crucial.
La corteza prefrontal ventromedial, una región cerebral vital para evaluar las consecuencias de nuestras acciones en distintos contextos, determina si una oferta merece la pena.
Redolar ilustra esto con el ejemplo del tamaño de las palomitas: la mayoría de los sujetos de estudio optan por el cubo individual, argumentando que es suficiente, pero si se añade un tamaño intermedio, la mayoría elige el familiar.
Este comportamiento demuestra cómo nuestra percepción cambia según el contexto, aunque nuestras necesidades no.
La dopamina, un neurotransmisor asociado al placer y a la motivación, también tiene un papel fundamental.
El sistema de recompensa del cerebro está diseñado para fomentar comportamientos esenciales para la supervivencia, como comer o procrear.
Este sistema puede volverse adictivo en situaciones como las ofertas del Black Friday. El ansia generada por la dopamina nos impulsa a adquirir productos que no necesitamos, generando un ciclo vicioso de consumo.
Los estímulos visuales y cognitivos juegan un papel crucial en esta dinámica.Los colores, por ejemplo, pueden influenciar nuestro estado de ánimo y comportamiento sin siquiera ser conscientes de ello.
Las redes sociales amplifican este efecto al dirigirnos mensajes personalizados que activan nuestros circuitos de recompensa.
El resultado es una batalla interna entre la lógica racional y la impulsividad emocional, donde el marketing juega un papel fundamental en nuestra decisión final.
En definitiva, comprender cómo funciona nuestro cerebro frente a las ofertas del Black Friday nos permite tomar decisiones más conscientes y evitar convertirnos en esclavos del consumo.