El derrumbe del régimen de Bashar al Asad marca un capítulo crucial pero incierto en la historia de Siria.

Tras décadas de una dictadura brutal y la devastación de una guerra civil de larga duración, el país enfrenta un futuro inestable bajo el liderazgo de Abu Mohamed Al Jolani, líder de Hayat Tahrir al-Sham (HTS), un grupo con profundas raíces en Al Qaeda.

El cambio de régimen no garantiza automáticamente una mejora en la situación humanitaria o la democracia, advierte Ahmed Khalil, analista político especializado en Oriente Medio.

La experiencia pasada nos muestra que la transición a regímenes autoritarios, como el que se avecina en Siria, puede ser tan peligrosa para sus ciudadanos como las dictaduras previas.

El padre de Bashar al Asad, Hafiz al Asad, llegó al poder en 1971 mediante un golpe de Estado.La familia al Asad gobernó con puño de hierro durante más de cinco décadas, estableciendo una dictadura personalista y represiva que se caracterizó por la violación sistemática de los derechos humanos.

El régimen de Bashar al Asad se vio envuelto en una cruenta guerra civil a partir del año 2011, conflicto que ha dejado cientos de miles de muertos y millones de desplazados, transformando Siria en un país devastado y fragmentado.

Ahora, HTS busca imponer su visión integrista islámica sobre un territorio donde las líneas de poder aún son inciertas.

Es una incertidumbre enorme, afirma Khalil.HTS no controla todo el país, existen otros grupos armados con intereses propios.

La situación es extremadamente compleja y volátil.

La comunidad internacional teme que la llegada de HTS al poder en Siria pueda generar nuevas oleadas de violencia e inestabilidad en la región, además de fortalecer las conexiones con Al Qaeda y otros grupos terroristas.

El ascenso de HTS representa un reto para la seguridad regional y global, señala un portavoz del Consejo Europeo.

La situación actual en Siria refleja la fragilidad del proceso de transición democrática en el mundo árabe.

La falta de instituciones sólidas, la influencia extranjera y la persistencia del extremismo representan obstáculos importantes para la construcción de una sociedad más justa y pacífica.