El sector vitivinícola mendocino se encuentra inmerso en una ronda de negocios inversa, buscando abrir nuevas rutas comerciales para sus vinos en un contexto marcado por la volatilidad económica global.

A pesar de que las exportaciones de vino argentinas han experimentado altibajos durante el último año, las bodegas se esfuerzan por superar obstáculos como la devaluación del peso argentino, la alta carga impositiva y los aranceles en países destino, que amenazan su competitividad.

Hasta el 2022 nuestro fuerte era la exportación.Pero dejamos de salir a vender porque ya no convenía: teníamos un dólar de 100 y gastos con un dólar de 300, recuerda Jorge De Valle, propietario de Bodega Gieco.

Para las bodegas, la ronda de negocios inversa se presenta como una oportunidad para posicionar sus etiquetas en mercados extranjeros ofreciendo vinos de alta calidad a precios competitivos.

La relación preciocalidad es nuestra ventaja competitiva, salvo que tengas 150 años de historia para compensar eso, afirma Francisco Rodríguez, propietario de Corbeau Wines, bodega que exportan a países como Estados Unidos, Canadá, Brasil, Reino Unido y Emiratos Árabes.

El enfoque se centra en la diversificación de mercados.Si bien los tradicionalmente importantes consumidores como Estados Unidos, Brasil y Reino Unido siguen siendo objetivos clave, las bodegas están explorando nuevos territorios como Aruba, Polonia y India.

Aruba es una suerte de hub o punto de encuentro, explica Frank Hodgson, importador de vinos de esa isla holandesa, destacando la búsqueda de variedad para un mercado donde los precios fluctúan entre 8 y 30 dólares.

Por su parte, Martín Aguayo, importador recién llegado de Polonia, destaca el potencial del mercado polaco para los vinos argentinos, especialmente por la preferencia local hacia los blancos livianos y fáciles de tomar.

Al consumidor polaco le atraen los vinos blancos, los livianos y fáciles de tomar.También los tintos, dependiendo de la zona y el clima, explica Aguayo, quien reconoce que es un mercado en crecimiento.

Los importadores coinciden en valorar la flexibilidad de condiciones comerciales y la diversidad de tipos de vino que ofrecen las bodegas mendocinas.

Buscamos bodegas y vinos que no sean tan masivos, resalta Marisol Coello, de Cava de Baco, destacando la demanda por etiquetas poco conocidas, especialmente entre los jóvenes que buscan vinos secos.

En un año marcado por incertidumbre económica, el sector vitivinícola mendocino se muestra optimista al explorar nuevas oportunidades para sus vinos y fortalecer su presencia en el mercado global.

La clave reside en ofrecer productos de calidad a precios competitivos, diversificando mercados y explorando nuevas tendencias del consumidor.