El conflicto bélico entre Israel y el Líbano ha obligado a numerosos ciudadanos extranjeros a abandonar la ciudad de Beirut, escenario de una brutal ofensiva militar israelí que ha dejado cicatrices profundas tanto físicas como emocionales.

Alberto López, profesor español residente en Beirut durante varios años, relata con angustia su reciente evacuación en un vuelo fletado por el Ministerio de Defensa español.

Cada noche era peor que la anterior, recuerda López desde Granada, donde se encuentra provisionalmente a la espera de poder regresar al Líbano cuando la situación lo permita.

Solo escuchabas detonaciones por toda la ciudad y pasábamos las horas enviándonos mensajes con los amigos para ver si estábamos bien.

La escalada de bombardeos israelíes, que amenazaban cualquier rincón de Beirut, le obligó a tomar una decisión dolorosa: dejar atrás su hogar y a sus queridos amigos libaneses.

La incertidumbre y el miedo se apoderaron de la ciudad.Yo vivía en un barrio cristiano, supuestamente menos vulnerable, pero ya no hay ningún lugar seguro, afirma López, quien describe cómo los bombardeos han alcanzado incluso áreas cristianas, desmintiendo la idea de una guerra selectiva.

La destrucción del barrio del Dahieh, considerado un feudo de Hezbolá por Israel, ha sido particularmente brutal.

Marta Giménez, española que residió cinco años en el Líbano y mantiene contacto con amigos en Beirut, describe una situación apocalíptica: Todos los amigos que tenía en el Dahieh ya están desplazados porque lo han arrasado como Gaza.

Los drones israelíes sobrevuelan constantemente la zona, disparando contra cualquier movimiento, incluso contra gatos.

El impacto de la guerra se extiende más allá del daño físico.El clima de miedo y tensión permanente ha transformado la vida cotidiana en Beirut.

Cafés, restaurantes y discotecas han cerrado sus puertas, y los pocos que aún permanecen abiertos están desiertos.

La gente iba al trabajo y poco más, relata López.Nadie con un mínimo de moral puede tener una vida normal.

La evacuación de españoles se produjo tras la activación del protocolo establecido por el Ministerio de Exteriores español.

No quiero ponerme patriótico, dice López, pero viendo los medios que han puesto a disposición de sus ciudadanos otras embajadas, te sientes afortunado.

El esfuerzo del Gobierno español para repatriar a sus nacionales ha sido reconocido por muchos. Los estadounidenses, por ejemplo, han tenido que pagar por los vuelos de repatriación y tenían ciertas limitaciones, añade López.

La incertidumbre sobre el futuro del Líbano continúa.La guerra ha exacerbado las divisiones internas del país y ha generado un profundo sentimiento de dolor y pérdida entre la población civil.