En el corazón de Salta, la realidad económica se siente como un huracán que azota sin piedad a los comercios locales.
A pesar del crecimiento del 164,7% en la facturación de supermercados registrados por el INDEC en agosto, esta cifra queda eclipsada por la inflación que pulveriza sus ganancias.
La brecha entre ingresos y precios disparados deja a la economía provincial tambaleándose.
La gente ya no puede comprar, confiesa Ángela Paredes, vecina del barrio Scalabrini Ortiz, quien describe cómo el fantasma de la inestabilidad se cierne sobre las góndolas de los supermercados.
Las ofertas se vuelven un engaño cuando los productos en cuestión están a punto de caducar, y la carne se vuelve una rareza inaccesible para muchos bolsillos.
El testimonio de Paredes refleja la realidad que viven miles de familias salteñas: un bolsillo cada vez más vacío frente a precios que parecen desafiar la lógica.
La canasta básica, pilar fundamental del consumo, se ha convertido en un lujo para muchos.Las cosas siguen subiendo y la gente ya no gasta, asegura Francisco Carrizo, vecino de San Remo.
El panorama se completa con datos alarmantes: las ventas en los supermercados han disminuido 10,1% a nivel nacional en agosto, y acumula un retroceso del 11,5% en lo que va del año.
En Salta, este fenómeno es aún más pronunciado, con una caída real del consumo superior al 62%.El INDEC revela que la facturación total de los supermercados en agosto fue de 29.313.167 pesos, cifra que refleja la magnitud de la crisis.
El Indec dibuja los números de la inflación porque nada bajó.Está cada vez peor la situación, pero no la muestran, denuncia Viviana Soria, una pequeña comerciante que recorre mayoristas y supermercados en busca de ofertas para su negocio.
La realidad económica se refleja en el silencio que domina las calles comerciales.Ni quiero imaginar lo que viene, van a cerrar los negocios que no se pueden sostener porque no hay venta, no circulan billetes, lamenta Soria, quien percibe el miedo que acecha a los emprendedores locales.
El futuro de la economía salteña parece oscurecerse cada día más.La inestabilidad económica amenaza con dejar un rastro de cierre de negocios y desempleo, mientras la gente se aferra a la esperanza de una mejoría que aún no llega.