Hace 66 millones de años, un evento catastrófico cambió para siempre el curso de la historia terrestre: el impacto del asteroide Chicxulub en la península de Yucatán.
Este choque desencadenó una extinción masiva que puso fin a la era de los dinosaurios y a la mayoría de las especies existentes.
Durante décadas, científicos han investigado la naturaleza exacta de este cuerpo celeste, buscando pistas en la fina capa estratigráfica que marca este momento crucial.
Un nuevo estudio ofrece una respuesta reveladora: el asteroide era carbonáceo y se formó más allá de la órbita de Júpiter.
Los investigadores, liderados por Mario FischerGödde, analizaron isotopos de rutenio en los restos del impacto.
Estos elementos, poco comunes en la Tierra pero abundantes en meteoritos, ofrecen una firma química que permite rastrear su origen extraterrestre.
Los resultados del análisis revelaron un sorprendente hallazgo: los valores isotópicos coincidían con los de los meteoritos carbonáceos, indicando que el asteroide provenía de un cinturón de asteroides ubicado más allá de Júpiter.
Esta identificación es clave para comprender el origen de uno de los eventos más significativos en la historia del planeta, afirma FischerGödde.
El estudio comparó las muestras con otros impactos ocurridos en los últimos 470 millones de años, incluyendo capas de esférulas de impacto de la era Arcaica, datadas de hace 3.500 millones de años.
Estos impactos presentaban firmas isotópicas más consistentes con asteroides de tipo silíceo, formados cerca del Sol.
Esta comparación sugiere que el planeta fue bombardeado durante los últimos estadios de su formación por materiales provenientes de los confines del Sistema Solar, un patrón que parece haber cambiado con el tiempo.
La capa geológica conocida como KPg, rica en elementos raros como el iridio, se formó tras el impacto de Chicxulub.
Aunque algunas teorías planteaban la posibilidad de que esta capa fuera consecuencia de gigantescas erupciones volcánicas, como las ocurridas en las traps del Decán (India), la nueva evidencia apunta con mayor fuerza a la hipótesis del asteroide.
El descubrimiento ofrece una perspectiva fascinante sobre el ciclo de destrucción y creación que ha moldeado nuestro planeta.
El asteroide que acabó con los dinosaurios pudo haber sido un eco lejano de impactos similares que, en épocas remotas, sembraron los primeros elementos de vida en la Tierra.