La ciudad de Salta se transforma hoy en un escenario de profunda emoción religiosa, convirtiéndose en el punto de encuentro de miles de peregrinos que realizan la ardua travesía hacia la Catedral Basílica del Señor y Virgen del Milagro.

Desde tempranas horas, las calles salteñas son testigos del constante arribo de devotos provenientes de diversas localidades de la provincia y del país.

Muchos de ellos han emprendido el camino a pie durante días, otros en bicicleta, mientras que un buen número ha realizado viajes largos por tierra o transporte público.

La jornada se caracteriza por la entrega y solidaridad de los vecinos salteños, quienes conmovidos por la devoción de los caminantes, se organizan para brindarles asistencia.

Aguas, gaseosas, jugos, alimentos, desayunos, ensaladas de frutas y frutas frescas son algunos de los elementos que preparan para atender a los peregrinos durante su sacrificio.

Diversas delegaciones provenientes de lugares distantes como Buenos Aires, Catamarca, Jujuy, Entre Ríos y otros puntos del país llegan en este día especial, marcado por la fe y la esperanza.

Cada peregrinación representa un acto de devoción personal, una promesa, una petición o un agradecimiento al Señor y la Virgen del Milagro.

Las historias detrás de cada paso son tan variadas como conmovedoras: desde aquellos que buscan alivio para enfermedades, hasta los que acuden a agradecer por milagros recibidos.

Muchos vecinos abren sus hogares a los peregrinos, ofreciendo no solo alimentos y bebidas, sino también palabras de aliento y esperanza.

El momento culminante del peregrinaje se da al llegar a la Catedral Basílica, donde los devotos ingresan con el rostro cansado pero lleno de emoción y lágrimas para renovar su pacto de fe.

La llegada a Salta es un testimonio viviente de la fortaleza humana y la profunda conexión con lo divino, declara el Padre Juan Pérez, párroco de la Catedral Basílica.

Es una experiencia que nos recuerda la importancia de la fe y la solidaridad.

Este día se convierte en una celebración de la fe y la humanidad, donde miles de peregrinos, unidos por su devoción al Señor y a la Virgen del Milagro, encuentran consuelo, esperanza y un renovado compromiso con su espiritualidad.