Una alternativa ancestral: ¿Por qué la mayoría del mundo rechaza el papel higiénico?
Un sorprendente porcentaje de la población mundial alrededor del 70% opta por alternativas al papel higiénico para su higiene personal, una práctica que desafía las convenciones occidentales y plantea interrogantes sobre sostenibilidad, salud pública y arraigadas costumbres culturales.
Lejos de ser un indicativo de falta de civismo o pobreza, esta elección, según expertos, responde a consideraciones de eficiencia, economía y respeto por el medio ambiente.
La magnitud del consumo global de papel higiénico es asombrosa: la industria genera unos 85 mil millones de dólares anuales, con un crecimiento constante del 3,2%.
Su impacto ambiental es considerable.Según datos del World Watch Institute, se talan aproximadamente 27.000 árboles diariamente para satisfacer esta demanda, perpetuando un ciclo insostenible que contradice el propósito mismo del producto: la higiene.
La dependencia masiva del papel higiénico ha creado una situación paradójica, explica la Dra.Elena Ramírez, especialista en sostenibilidad ambiental.
Estamos talando bosques a un ritmo alarmante para producir un artículo que, en muchos casos, ofrece una limpieza superficial y contribuye a problemas de salud.
De hecho, estudios sugieren que el uso excesivo de papel higiénico puede aumentar el riesgo de infecciones urinarias y otros trastornos.
El contexto histórico también es relevante.La adopción generalizada del papel higiénico como norma cultural es relativamente reciente, un fenómeno impulsado por la industrialización y la publicidad a principios del siglo XX. En contraste, muchas culturas asiáticas, así como comunidades en otras regiones del mundo, han mantenido prácticas ancestrales que priorizan el uso del agua para la higiene personal.
En países como India, Japón, Pakistán y Bangladesh, el uso de bidés o rociadores es una práctica común arraigada en tradiciones culturales y religiosas, señala el sociólogo Javier Morales.
El agua se considera un agente purificador más eficaz y respetuoso con el cuerpo. Además, la accesibilidad económica del agua frente al costo del papel higiénico, especialmente en regiones donde los sistemas de saneamiento son precarios, refuerza esta preferencia.
La pandemia de COVID-19 también ha contribuido a una reevaluación de las prácticas de higiene personal, impulsando un mayor interés por métodos alternativos y más efectivos que el simple uso de papel higiénico.
Estudios revisados por pares confirman la superioridad del agua como recurso para la limpieza, especialmente en comparación con el papel.
La transición hacia alternativas al papel higiénico no solo tendría beneficios ambientales significativos, sino también implicaciones económicas positivas.
El costo promedio anual del papel higiénico por persona asciende a 11,50 dólares, una cifra que se eleva hasta los 38 dólares para aquellos que lo utilizan regularmente.
Esta inversión podría destinarse a la instalación de rociadores o bidés, soluciones cada vez más accesibles y eficientes.
La adopción de prácticas de higiene basadas en el agua no es solo una cuestión de sostenibilidad; también es una oportunidad para mejorar la salud pública y promover un consumo responsable, concluye la Dra.
Ramírez. El cambio cultural hacia alternativas al papel higiénico podría representar un paso significativo hacia un futuro más sostenible y saludable para todos.