
Testifican tres hombres que presenciaron el secuestro de sus padres
Justicia de La Plata investiga actuación de 16 vigilantes que actuaron en los centros clandestinos Pozo de Bánfield y Brigada de San Justo. Tres hombres relataron este martes ante un juzgado de La Plata que juzga crímenes de lesa humanidad los secuestros que sufrieron sus padres en la última dictadura cívico-militar, hechos de los que fueron testigos cuando eran niños y por los que exigieron que el ex centro clandestino donde estaban cautivo se convierta en un espacio de memoria.
Se trata de Néstor Barberán, hijo de Rodolfo Atilio Barberán, y Manuel y Marcelo Casco, hijos de Manuel Casco, dos hombres secuestrados en 1978 que sobrevivieron tras permanecer varios meses cautivos en el ex centro clandestino de la Brigada San Justo.
Los tres hombres declararon ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, que investiga crímenes de lesa humanidad cometidos por 16 represores, entre ellos el ex médico policía Jorge Bergés, contra casi 600 víctimas alojadas en los centros clandestinos Pozo de Quilmes, Pozo de Banfield, El Infierno (Lanús) y la Brigada San Justo.
'Esta declaración es como una descarga para mí, llevo toda la vida cargando con estas imágenes', dijo Néstor Barberán.
En 1978 él y los hermanos Casco vivían en un conjunto habitacional en La Matanza, donde sus padres integraban una comisión vecinal que buscaba mejoras y donde habían logrado abrir una unidad de salud atendida por un médico, también secuestrado.
'Teníamos 10, 11 años y ya sabíamos que la gente estaba siendo secuestrada. Había tensión en el barrio', dijo Barberán.
Dijo que en la madrugada del 26 de marzo de 1978, un grupo de militares y policías irrumpieron en su casa y al ver a su madre comenzaron a golpearla, mientras estaban encerrados en un cuarto.
'A las 3 o 4 de la mañana nos soltaron y vimos todo el desorden que habían hecho en la casa, las cosas tiradas, las paredes y las cortinas manchadas de sangre, y mi mamá se desmayó en el comedor ', dijo.
Desde el balcón vio a su padre siendo introducido en el maletero de un Ford Falcon. Luego acompañó a su madre en la búsqueda del hombre por comisarías e incluso, recordó, 'fuimos de los primeros en dar la vuelta al monolito de Plaza de Mayo, con 3 o 4 madres de desaparecidos'.
Relató que también fue testigo de los secuestros de Manuel Casco, padre de sus amigos del barrio, y del médico Jorge Euman.
'Yo vi cuando se llevaron a Manuel Casco Sr., de madrugada, vivíamos enfrente, en diagonal, y esa mañana escuché el mismo golpe que escuché en nuestra puerta cuando entraron por Papá. Y escuché ladrar a Yanina, una perrita que tenían y que los militares mataron', dijo Barberán.
Explicó que 'bajé, me escondí detrás de un basurero y escuché gemidos, gritos y vi cuando sacaron al padre y lo subieron a rastras a un Falcon', relató.
Cuando los soldados se fueron, su amigo se le acercó y le dijo 'se llevaron a papá', a lo que él respondió 'lo mismo que le pasó a mi papá'.
Barberán declaró que vio el secuestro de Euman, el médico de la sala, a quien dijo 'queríamos mucho porque nos traía juguetes, regalos, pelotas, le teníamos un cariño especial'.
'Los tres hombres declararon ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, que investiga los crímenes de lesa humanidad cometidos por 16 represores, entre ellos el ex médico policía Jorge Bergés, contra casi 600 víctimas alojadas en los centros clandestinos Pozo de Quilmes, Pozo de Banfield, El Infierno (Lanús) y la Brigada San Justo
'Estábamos jugando a la pelota y entraron 3 o 4 carros al barrio. Vimos cuando el médico se cruzó frente a nosotros, gritaba de miedo y varios hombres lo perseguían por detrás. Cuando cae, lo agarran y sin encapucharlo le ponen directamente en el auto. todo el día', dijo.
'Como niños de barrio tuvimos que adaptarnos a esa forma de vida, mirando cosas raras, armas, yo nunca había visto armas, ni gente armada ni cómo le pegaban a otra gente', dijo.
Rodolfo Barberán estuvo en la Brigada San Justo y sobrevivió, por lo que su hijo expresó que 'yo quiero que esos lugares sean lugares históricos, que haya un monumento para que la juventud no se olvide de estos hechos catastróficos que nos pasaron, que los no es en vano la lucha de tantas personas fallecidas'.
Luego los hermanos Casco relataron el secuestro de su padre, en la madrugada del 1 de mayo de 1978. 'Llevaron a mis padres al comedor y empezaron las golpizas. Papá se resistía, le preguntaban dónde tenía armas, le preguntaban por La gente y el papá no dijo nada, y les explicó que no tenía armas. Le dieron la vuelta a todo y robaron todo lo que pudieron robar', dijo Manuel Casco.
Describió cómo su madre 'fue golpeada en la boca, le arrancaron varios dientes y también le pegaron en los ojos'.
Manuel escapó y pudo ver como arrastraban a su padre, quien resistía y trataba de agarrarse a un palo que estaba en la casa, lo que provocó que lo golpearan en la cabeza con la culata de un rifle para reducirlo.
'Empecé a tirarles piedras y me pegaron, los vecinos de las ventanas también les tiraron cosas a los policías pero les dispararon y los obligaron a entrar a sus casas', recordó.
Recién cuando creció, su padre les contó que le aplicaron una 'pincha' en los testículos, quemaron con cigarrillos y amenazaron con ser empalados.
'Mantuvo sus valores pero lo destrozaron como persona. No habló de lo que le había pasado, pero vio un retén policial y lo esquivó. Nunca nos odió', dijo el hombre, quien también preguntó que la Brigada San Justo 'queda para el recuerdo y no se repite'.
Su hermano Marcelo ratificó las secuelas que quedaron en su padre, quien murió hace 11 años de cáncer. Pero, dijo, 'hasta el final tuvo que dormir con las puertas de la habitación abiertas y con una vela, un encendedor y un vaso de agua en la mesita. Yo estaba aterrorizado, asustado'.