
'Usar la escritura como descarga emocional es quitarle dignidad'
Alicia Dujovne Ortiz./Foto: prensa. En 'Andanzas', la trilogía autobiográfica escrita por Alicia Dujovne Ortiz que recopila dos de sus libros anteriores, 'El árbol de la gitana' (1995) y 'Las perlas rojas' (2005), junto a la presentación de un texto inédito llamado 'Aguardiente' (2022), la escritora narra disímiles experiencias como tener una madre de la aristocracia criolla y un padre judío formado en Moscú como agitador sindical o ser escritora y feminista y, para eso recupera historias de sus antepasados, consciente de haber creado un bello objeto literario, porque sabe que 'utilizar la escritura como descarga emocional le quitaría su dignidad'.
La trilogía autobiográfica de Dujovne Ortiz, publicada por Equidistancias, es un claro reflejo del amor y respeto por la escritura literaria. la de tejer una colcha de distintos colores: 'Una para cada antepasado, para protegerme del frío en lugar de otro'. Esta imagen y estos colores lingüísticos aparecen en los tres libros que componen este volumen.
En el libro, Dujovne Ortiz crea un espacio agradable para el lector, quien es testigo de cómo la escritora repara las lágrimas al 'envolverse' en sus ancestros para encontrar cobijo , que era una forma de repararse gracias al ejemplo de lo vivido. .
En este libro sobre su vida están las muchas otras vidas y también 'sus vidas', que están en plural. Los tres libros del volumen llevan al lector a disfrutar de la lectura reparadora en la medida en que son testigos de cómo las lágrimas forman parte de un pasado común porque otros antes que el autor han sufrido lo mismo.
El escritor, nacido en 1939 en Buenos Aires y radicado en Francia en 1978, traducido a más de veinte idiomas, describe en 'Andanzas' cómo el sentimiento de pertenencia a un grupo humano variado y contradictorio dio sentido a la ruptura e incluso dotó con cierta lógica, como si fuera algo natural, e incluso deseable. En la historia con la que termina la primera novela del volumen, el rey le dice a su hijo que el corazón, para poder avanzar, debe estar hecho pedazos.
Dujovne, con su escritura, reconstruye la suya propia y la de sus lectores.
-¿Cómo comenzó la investigación para reconstruir los ancestros que forman el núcleo de esta trilogía autobiográfica?
-Recordar las leyendas familiares e intentar verificarlas en la medida de lo posible con datos históricos. Por eso, a partir de ese momento, me interesé por la historia y escribí biografías o novelas históricas: esa investigación minuciosa y obsesiva me proporcionó un placer equivalente al de escribir. Por ejemplo, mi madre, Alicia Ortiz, la verdadera narradora de este libro, me contó que su bisabuelo Oderigo, un marino genovés, llegó al Río de la Plata en 1826 invitado por Rivadavia a formar una flotilla fluvial que uniera los puertos. Buenos Aires y Asunción del Paraguay. Era evidente que la Guerra de la Triple Alianza, o Infamia, ya estaba esbozada en ese proyecto, al que se oponía la tirana Francia y, en menor medida, la familia López, pero la información no me bastó: Necesitaba encontrar el apellido Oderigo escrito en negro sobre blanco, y no me detuve hasta que lo vi mencionado en un viejo folleto titulado 'Marineros genoveses que navegaron por el Paraná', que se encuentra en una biblioteca de estudios latinoamericanos en París. Esta trilogía parece imaginativa y está por escrito, pero detrás de cada línea hay horas de búsquedas.
El escritor nació en 1939 en Buenos Aires y se instaló en Francia en 1978./Foto: prensa. T.: ¿Cómo abordaste la metaescritura en Aguardiente al referirte a las dos novelas anteriores?
ADO: Esas dos novelas, 'El árbol de la gitana' y 'Las perlas rojas', habían sido escritas y publicadas entre finales de los 80 y principios de los 2000. Estaban agotados y, en mi opinión, olvidados. También hubo otros dos, mis dos primeros, 'El buzón de la esquina' editado por una pequeña editorial, Calicanto, que duró poco, y 'El agujero en la tierra' editado por Monte Ávila de Venezuela, que no se conoció. en Argentina. En 'Aguardiente' traté de 'rescatarlos' como a los ancestros, citando párrafos de algunos de ellos y continuando la narración comenzada en los dos con que comienza el ciclo, aunque de otra manera o desde otro lugar: el del cortijo, aislado en el centro de Francia, donde viví completamente solo durante los últimos once años, y el de la vejez, que también es otro lugar. Reescribirlas o al menos citarlas desde esta nueva distancia equivalía a darlas a conocer y albergarlas, renovadas, dentro de este libro, como si 'Aguardiente' y en general la trilogía fueran un Arca de Noé literaria donde entraban todos, los antepasados y los libros. Una especie de ejercicio de fidelidad o lucha contra el olvido (en el que, por otro lado, estoy embarcado en relación con mi madre, Alicia Ortiz, y mi padre, Carlos Dujovne, oscurecidos o 'recortados de la foto' cuando se fueron el Partido Comunista en 1946), lo que requería una escritura más cercana al lector, más atenta a las preguntas que él mismo pudiera hacerse, intentando que captara la esencia de la historia. Reescribiéndolas o al menos citándolas a partir de esta nueva la distancia equivalía a darlos a conocer y albergarlos, renovado, dentro de este libro, como si 'Aguardiente' y en general la trilogía fueran un Arca de Noé literaria donde entraban todos, los ancestros y los libros. Una especie de ejercicio de fidelidad o de lucha contra el olvido (en el que, por otra parte, me estoy embarcando en relación con mi madre, Alicia Ortiz, y mi padre, Carlos Dujovne, oscurecidos o 'recortados de la foto' cuando abandonaron el Partido Comunista en 1946), lo que requería una escritura más cercana al lector, más atenta a las preguntas que pudiera hacerse, tratando de que captara la esencia de la historia. Reescribiéndolas o al menos citándolas de esta nueva distancia equivalía a darlos a conocer y albergarlos, renovados, dentro de este libro, como si 'Aguardiente' y en general la trilogía fueran un Arca de Noé literaria donde todos entraban, los antepasados y los libros. Una especie de ejercicio de fidelidad o de lucha contra el olvido (en el que, por otra parte, me estoy embarcando en relación con mi madre, Alicia Ortiz, y mi padre, Carlos Dujovne, oscurecidos o 'recortados de la foto' cuando abandonaron el Partido Comunista en 1946), lo que requería una escritura más cercana al lector, más atenta a las preguntas que pudiera hacerse, intentando que captara la esencia de la historia. El Arca de Noé donde entraron todos, los ancestros y los libros. Una suerte de ejercicio de fidelidad o de lucha contra el olvido (en el que por otro lado estoy embarcado en relación con mi madre, Alicia Ortiz, y con mi padre, Carlos Dujovne, oscurecidos o 'recortados de la foto' cuando se fueron el Partido Comunista en 1946), lo que requería una escritura más cercana al lector, más atenta a las preguntas que pudiera formular, tratando de hacerle captar la esencia de la historia. Y en general la trilogía era un Arca de Noé literaria donde entraban todos, los ancestros y los libros. Una suerte de ejercicio de fidelidad o de lucha contra el olvido (en el que por otro lado estoy embarcado en relación con mi madre, Alicia Ortiz, y con mi padre, Carlos Dujovne, oscurecidos o 'recortados de la foto' cuando se fueron el Partido Comunista en 1946), lo que requería una escritura más cercana al lector, más atento a las preguntas que pudiera formular, tratando de hacerle Capta la esencia de la historia.cuando dejaron el Partido Comunista en 1946), lo que requería una escritura que estuviera más cerca del lector, más atento a las preguntas que pudiera hacerse,
- ¿Crees que las generaciones transmiten un viejo dolor y que una persona de esa familia puede sanar?
-Me ha pasado varias veces sentir sobre mis hombros el peso de un dolor demasiado pesado para ser solo mío. Era algo casi tangible, ese sufrimiento era de ellos y lo llevaba conmigo, sin poder hacer mucho, excepto darme cuenta de que tanto dolor me abrumaba. Espero que sacarlos a la luz gracias a la escritura pueda ser un sanador para quienes nos lo transmiten, pero eso ni yo ni nadie más podemos saberlo. En cuanto a mi propia vida, escribir me hace bien, está claro, pero no lo sé. Lo veo como una terapia pero más bien como la creación de un objeto bien hecho, lo más perfecto posible. Utilizar la escritura como descarga emocional es quitarle dignidad.
-¿Cómo le diste forma a las diferentes historias que se entrelazan en las novelas? ¿Son estas historias que surgieron de forma independiente o ya había un plan de escritura desde el principio?
-Ambas cosas. En un principio surgieron de manera independiente y en un segundo momento, cuando los conocí, planifiqué el texto, traté de organizarlo, de estructurarlo. Fue un trabajo largo que me llevó años de dudas, idas y venidas, sobre todo en la 'Gitana' y 'Aguardiente'. Siempre he trabajado mis novelas y biografías en base a un plan, que luego cambia pero básicamente está sobre la mesa y sirve de guía. Nada de esto era posible frente a mi propia vida, sobre la que evidentemente no tenía la misma claridad, que descubría mientras la escribía y que a veces se desarrollaba paralelamente a la escritura, como si la vida y la escritura fueran dos caballos que trotaban juntos, uncidos al mismo yugo.
-¿Cómo fue la experiencia de regresar al lugar de donde partieron sus ancestros?
-Fundamental y muy recomendable. Nada es igual después de ver con tus propios ojos el lugar del que venimos, porque ese lugar lo explica todo, los motivos del viaje de los abuelos o bisabuelos, el motivo de su partida y el rumbo de sus vidas cuando partieron de allí. . Sobre todo porque esos abuelos o bisabuelos solían callar, nos privaban de una historia necesaria pero que por alguna razón les era imposible formular. Sabía que mis abuelos paternos eran de un lugar que no aparece en el mapa llamado Besarabia. Por suerte sabía el nombre del pueblo, Kurilovich, que resultó ser ucraniano. Era un lugar muy triste, muy pobre, un lugar para partir. No sabía nada de los orígenes españoles de mi madre, hasta que un pariente lejano encontró el nombre: San Pedro del Romeral, en Cantabria.
El libro autobiográfico. -¿Hay algo en todo este escrito de 'Andanzas' que impide que una persona muera 'por segunda vez'?
-El que muere por segunda vez es el muerto que nadie recuerda. Quizás recordarlos a través de la escritura evita que mueran dos veces, pero seguro que muchos otros rituales obtienen el mismo resultado, aunque sólo sea cuestión de encenderles una vela, cosa que también probé. Pero si me pongo en el lugar de mi padre, de mi madre, de mis abuelas hasta los choznos y más allá, quiero creer que ser nombrado en este libro encenderá una chispa, por no decir que les provocará sonrisa.
- ¿Espera que 'los que vendrán', a quienes también dedica el libro, retomen la escritura en el futuro?
-Lo retomarán de todos modos, viviendo. Si quieren seguir con la escritura, sean bienvenidos, si no, en cualquier caso, cada uno de sus gestos y acciones añadirán algo a la historia, diferente, propio e insustituible.