
En 'La Familia Exterior' , su primera novela, Sebastián García Uldry afronta el reto de narrar las transformaciones que sufre la vida de una familia tras la muerte de uno de sus integrantes, psicólogo de profesión y docente de talleres literarios por vocación, sin caer en la conmiseración o en el bajo golpe, sino recuperar imágenes y recuerdos de la infancia que se difuminan o transforman con el paso del tiempo.
Con fuertes tintes autobiográficos, el relato publicado por Ediciones B trata sobre la muerte del hermano del autor: 'del dolor extrae una belleza tranquila y luminosa que permanece brillando en nosotros, como todos, esperando ayuda', describe Federico Falco en el parte posterior del libro.
'Los grandes escritores narran la tragedia sin solemnidad. García Uldry se gana un lugar en esa casta de seres de gran alma (magnánimos) que han vivido el dolor en la carne, y luego, con paciencia y maestría, como si hablaran en voz baja. , lo clavan a la página ', analiza el escritor Pablo Ottonello.
'En cada familia hay alguien que muere primero. Ya no pienso en eso ni vivo en las estadísticas de muerte pero cuando viajo en bus y miro dónde está el martillo de emergencia, se trata de eso, ser uno de los que llegan seguro, para ser uno de los que luego pueda contar, por ejemplo, cómo se llenó de vidrio el asfalto ', comienza a relatar el narrador, dejando claro que en esa historia hay quienes mueren y hay quienes viven y tratan. para preservar al que se fue y reparar el dolor que dejó su ausencia.
García Uldry nació en Buenos Aires. Es psicólogo, egresado de la UBA y psicoanalista. Escribe críticas de libros, coordina talleres de escritura y es docente en el colegio Santiago Llach que organiza los Campeonatos Mundiales de Escritura. August fue capitán de una reunión vía Zoom con Rafael Otegui que fue seguida por más de 1200 personas.
'La Familia Exterior' es miembro de la colección Cerca de la Veridad de la editorial Penguin Random House. Sobre los mecanismos para convertir el dolor en ficción y las diferencias entre editar textos ajenos y juzgar los propios, la autora conversó con Télam.
-Télam: Tu novela forma parte de la genealogía de la pérdida, como 'El año del pensamiento mágico', 'Esto también pasará' y muchas otras. ¿Buscó estrategias para hablar sobre el dolor en esa literatura?
-Sebastián García Uldry: Cuando lees 'El año del pensamiento mágico' te das cuenta de que Joan Didion tiene una frialdad narrativa envidiable, casi inhumana, pero que de alguna manera es necesario tomar distancia y avanzar en la historia sin quebrarse del lado del emocional. 'Heritage', de Philip Roth, es otro clásico en ese sentido. Otra novela que me parece increíble también es 'Vida y destino', de Vasili Grossman, que narra la tragedia y el dolor de una manera única.
-T .: ¿Cómo haces ficción con tu propia vida?
-SGU: Entiendo que la ficción es construir significados a partir de diferentes materiales, incluido el autobiográfico. En una novela lo que recuerdas y lo que inventas no son muy diferentes, los dos forman una unidad homogénea dentro de la historia. que la literatura es para evocar una experiencia, una historia de vida en la que el lector pueda identificarla o reconocerla como posible. En 'The Outer Family' busqué eso, para transmitir la experiencia de una pérdida. Al escribir no puedes ser imparcial ni prescindir de tu punto de vista, ni la literatura lo pide. La cuestión es cómo introducir ese punto de vista en la historia. En la autoficción existe una estrecha relación entre el yo del narrador y el yo del autor, pero incluso si intenta contar lo que realmente sucedió, encontrará los mismos problemas técnicos,procedimiento y estilo que tiene al escribir literatura fantástica.
Me parece que el mero hecho de escribir, es decir, pasar a la representación escrita, supone ya un proceso de objetivación. Finalmente, trabajas con palabras, con un pequeño universo objetivado. Sebastián García Uldry
-T .: ¿En esa evocación de la experiencia, te permites cambiar los hechos de la realidad?
-SGU: Sí, claro, porque para mí no es tan importante decir que un partido de fútbol era 2 a 1 como transmitir lo que siente un chico cuando sale a la cancha por primera vez. Creo que a veces se sobrevalora lo autobiográfico porque supone que es ahí donde está la verdad o algo que tiene que ver con la vida del autor, pero hay que tener en cuenta que toda la literatura está hecha de palabras. La historia y el yo del narrador están hechos de palabras. Entonces puedes decidir desde Dónde estás, ya sea en el lado de la ficción o en el lado de la no ficción, yo elegí el primero, siento que me da más libertad.
-T .: Eres psicólogo, ¿qué herramientas aporta esa disciplina a la literatura?
-SGU: No sé si la psicología como disciplina aporta mucho a la literatura, no creo en la psicología aplicada, pero creo que mi profesión me ayudó a construir un punto de vista personal, y eso incluye mi propio análisis, que ayudó. Asumir que la escritura tiene un lugar importante en mi vida, sobre todo en lo que tiene que ver con los dolores. En general, los dolores de mi vida toman la forma de escribir, las cosas se me ordenan así y no solo quiero muerte, pero a pérdidas en general, de pareja, una etapa de la vida, un fracaso.
-T .: Las vivencias de tu trabajo con los niños están presentes en la novela.
-SGU: Los niños me ayudan a recordar cómo la razón, el sentido común o todo lo que se considera normal no es más que una construcción social precaria y débil, sobre todo niños con problemas graves, son la prueba de que la singularidad de cada ser humano es irreductible a cualquier social. convención. En ese sentido, mi práctica profesional no me parece difícil si tu ética de trabajo consiste en intentar darle algún tipo de lugar a esa singularidad y no reprimirla.
-T .: Además de centrarse en la pérdida, la novela es una reivindicación de la familia, casi de la familia como salvación o refugio.
-SGU: Hoy puede parecer anacrónico pero crecí en un ambiente donde te da vergüenza decir que eras hijo de padres separados, incluso en muchas escuelas no te aceptaban. Yo soy de la generación educada bajo el paradigma de la familia típica, pero ni siquiera creo en la sacralización de los padres o que la familia sea la base de la sociedad La familia ya es una unidad social y hay que ver cómo cada uno Está relacionado, tanto con la familia que fue su suerte, como con lo que pueda construir después. En ese sentido, reivindico a la familia como una forma de organizar nuestra vida adulta junto con otras personas significativas, por eso en la novela traté de desarrollar lo difícil que puede ser esa transición.
-T .: Asistes y das talleres literarios, ¿cuál es la diferencia entre leer y editar tus propios textos y hacerlo con los de otra persona?
-SGU: El problema de corregir tu propio texto es que entran en juego muchos problemas personales que no suceden cuando corriges los textos de otras personas. Tienes un universo mucho más amplio y complejo que el que finalmente está escrito y ese universo no se puede anular en el momento de la lectura.
Quizás esta sea la parte más frustrante del proceso de escritura, porque sabes que la trama, los personajes o el sentido de la historia están desprendidos del texto mismo, parece ser un sistema cerrado, un número finito de palabras, todo es ahí, sin embargo, cuando lees no dejas de poner en juego temas que exceden el texto, y ahí soñaste, la técnica y los procedimientos literarios entran en una nube. Esto es parte de la escritura, asumiendo que te ayuda a estar alerta, a desconfiar. sus convicciones y abra la conversación a editores, amigos lectores o coordinadores de talleres de escritura.
-T .: ¿Concibió la redacción de este texto como un mecanismo de catarsis?
-SGU: En ese momento tenía un diario en el que descargaba mucho pero creo que la catarsis produce mala literatura. No puedes llorar al lector, tienes que contarle una historia.
-T .: La historia esconde el episodio de la muerte del hermano hasta el final, aunque se anuncia desde el primer párrafo, cómo fue eso en un crescendo de tensión pero también de introspección.
-SGU: Lo que ahora es el comienzo de la novela nació como una historia aislada, sin que yo supiera aún que terminaría dentro de una novela. Después sí, omitir o posponer una situación importante en la historia es parte de un procedimiento clásico para mantener la tensión de la historia. Por otro lado, la introspección es un estilo, una forma de contar. Eso me permitió ir y venir en el tiempo, recordando y reflexionando sobre el pasado y el presente del protagonista.
-T .: ¿Consideraste el tono melancólico que recorre toda la historia?
-SGU: Cuando repasas una y otra vez el pasado, lo melancólico se acentúa. Sobre todo si ese pasado tiene que ver con la infancia y la familia. Lo que sí me propuse como objetivo es no ser autocompasivo, la autocompasión es un gran peligro cuando escribes una historia basada en una tragedia personal. Tienes que intentar evitarlo. Los primeros manuscritos fueron pura descarga emocional, pura catarsis, pero luego comprendí que tenía que soltar los lazos del drama personal y pasar a la literatura, centrarme en los procedimientos literarios y crear una buena historia para el lector.