
'La imaginación de la infancia tiende a exagerar'
Autor argentino de 78 años/Foto Prensa Con su nuevo libro, el escritor y psicoanalista Luis Gusmán revela un territorio imaginario llamado 'Avellaneda profana', una geografía que ocupa el barrio de la infancia, los amores, los libros y por donde se canta un tango padre, madre espírita, abuelo lector y hay un club de fútbol donde el futuro escritor aprende a leer en lugar de jugar a la pelota.
En 'Avellaneda profana', publicado por Editorial Ampersand, Gusmán recupera una geografía de su vida, pero también de su literatura. Aunque en los primeros libros como 'El frasquito' (1973), 'Brillos' (1975) o 'En el corazón de junio' (1983) no hay una referencia explícita al lugar donde se desarrollan y narran las historias que narra el narrador. lugar, Avellaneda aparece en 1989 con las vueltas de 'La rueda de Virgilio'. volumen 'Lo más oscuro del río' donde ese pueblo se encarna de manera más explícita a partir de la historia que transcurre en el club Regatas, a la orilla del Riachuelo. El texto concluye precisamente con un relato titulado 'El Regatas'. 'Entre esos dos lugares, en esa topografía entre Menfis y Avellaneda se empieza a construir un espacio, una geografía en el sur profundo donde los personajes empiezan a moverse',
'El Regatas' se transforma o continúa en la novela 'Tennessee', que el director Mario Levin filmó bajo el nombre de 'Sotto Voce' y que incluye una escena al borde del Riachuelo donde Norma Pons, Lito Cruz y Martín Adjemián cantan la tango 'Íntimos', escena que para el narrador significó un cambio en la forma de presentar sus historias: 'Hay una tristeza en la que el río es testigo de ese vacío. Un amor que te llena de interrogantes. Ver a los dos actores ya la actriz contando la historia, su voz saliendo de su cuerpo, desde la sonrisa hasta las lágrimas las hizo reales para mí. Y a partir de ahí me di cuenta: quería que mis personajes fueran de carne y hueso', dice Gusmán.
Su primera novela fue 'El frasquito', publicada en 1973/Foto Prensa
-Télam: Cuando hablas del 'sur profundo' ¿a qué te refieres?
- Luis Gusmán : Cuando dije sur profundo, me refería a un barrio donde viví desde muy joven, se llamaba Villa Perro. Cuando crecí descubrí el origen de su nombre. La estación de bomberos estaba lejos. Y cuando había un incendio, los bomberos venían a apagar el fuego, con la lengua fuera, corriendo detrás de los carros tirados por caballos. Jadeaban como perros. Un barrio de inmigración italiana del sur, calabreses. Todo fue muy brutal. mis historias.
-T.: ¿Cuando encontraste ese 'pueblo' resonaron en tu mente ejemplos literarios?
- LG : Por supuesto, tenía tres lugares en mi cabeza. Yoknapatawpha de Faulkner, Santa María de Onetti y Spoon River de Edgar Lee Master, un cementerio donde los muertos hablan entre sí a base de epitafios.
-T.: ¿Cómo trabajas tu memoria a la hora de escribir relatos biográficos?
-LG : Borges dice que la memoria es tan caprichosa como el olvido. El recuerdo de la 'infancia perdida' dominó mi primer libro, 'El frasquito'. Quizás yendo a 'Avellaneda profana', un recuerdo de películas y letras de tango. Nos contábamos películas en alguna esquina. A tal punto que un día me peleé con Yiyo, que era hijo del tintorero. Solo porque él era japonés y yo 'vivía' en la película 'Arenas de Iwo Jima'. Esto para ver la importancia real que tuvo el cine en nuestras vidas.
-T.: El tango ocupa un lugar en el tema de fondo. ¿Puedes pensar que es un libro en forma de tango, donde se respira el tango, la nostalgia?
-LG : El tango tiene la posibilidad de contarnos una historia en tres minutos. La historia de un amor que no necesita del tiempo, ni del presente, ni del pasado, ni del futuro, para volverse inolvidable; la historia de una muerte, de una amistad, de una venganza. Creo que la transformación se dio cuando comencé a escribir personajes: Villa, Landa, el peletero, Walenski, el levantador de pesas.
El tango tiene la posibilidad de contarnos una historia en tres minutos
-T.: Dentro de tantos personajes masculinos, ¿cómo se construye uno femenino?
- LG .: Lo más difícil es escribir un personaje femenino que sea una mujer, y no una mujer contada por un narrador masculino. Creo que La maga (el personaje de 'Rayuela') y Alejandra (de 'Sobre héroes y tumbas') son eso. Para los personajes femeninos hay que esperar a Manuel Puig. En 'Pubis angelical' esa voz es perfecta.
Creo que en mi novela 'El peletero', Rosa Conte es una mujer. Landa le da un abrigo de piel y le pide que se lo pruebe en su presencia. Es una escena conmovedora, el detalle es que ella se esconde en los bolsillos del abrigo, sus manos percusivas. Lo hace con delicadeza, casi imperceptiblemente.
-T.: ¿Qué lugar ocupa la infancia en tu vida y en tu literatura?
-LG .: La infancia aparece fundamentalmente en 'El frasquito'. El hermano muerto, que según las versiones unas veces fue gemelo en otras, un gemelo. De hecho, ese libro acaba de aparecer en Italia traducido con el título de 'El Gemelo'. Creo que hay algo en mi literatura que llama a un encuentro, a una coincidencia. Cuando presenté 'Avellaneda profana' en Eterna Cadencia conté la historia del gemelo muerto que mi abuela me llevó a ver a Chacarita y con una mentira piadosa, cuando me preguntaba dónde estaba me decía allá arriba y me indícame un nicho con una flor donde ni mi altura ni mi mirada me permitirían llegar. Bueno, podrías pensar que estaba en el cielo.
Cuando terminó la charla, un hombre, unos años menor que yo, se me acercó y me dijo: 'Soy un verdadero gemelo'. Lo miré fijamente y le respondí: '¿Y no estoy, porque el otro murió?' Nos reímos. Luego me dijo que esperara y llamó a un hombre que estaba sentado con él. Era su hermano gemelo. Me pidieron que nos hiciera una foto y me mostraron un ejemplar de la primera edición de 'El frasquito' que le había dedicado antes. unos años. Como se darán cuenta, la casualidad, el lector cruzado, ya me regaló un cuento.
Desde mi primer libro, he escrito historias de dobles y dúos. Borges dice que un ventrílocuo es un gemelo fracasado. Y se pregunta, ¿cuál es la voz del doble del ventrílocuo? Mi literatura es algo así como un estilo de ventrílocuo. Hablado, escrito por otros.
Mi literatura es algo así como un estilo de ventrílocuo. Hablado, escrito por los demás.
-T.: Esa idea del doble te perseguía cuando eras muy joven...
-LG : Exacto. De niño viví en una casa de vecindad donde vivía una amiga de mi madre. Su nombre ya implicaba un destino: María Alegre. Parece que ella había matado a su marido. Hay una foto mía de niño con una dedicatoria a María Alegre. La letra es de mi madre. Me pregunté, ¿por qué me hizo dedicarle una foto a una asesina? Ya hay otra historia. Las historias están construidas a partir de mi imaginación infantil que suele ser febril. Cuando con Osvaldo Lamborghini escribimos unas tiras cómicas para la revista 'El Tony', me dijo: 'Yo escribo y tú la imaginación'. Cuando se separó el dúo me di cuenta que yo también era dueño de un título.
En un prólogo de 'El frasquito' escribí: 'El estilo impone un límite a la confesión', quiero decir que la verdad biográfica siempre está atravesada por ese énfasis propio, la imaginación de la infancia tiende a exagerar.
-T.: ¿Tu formación literaria te marginó de algún grupo al que pertenecías, el hincha de fútbol por ejemplo?
-LG : No. Fui marginado por una falta de capacidad que sustituí con valentía y entusiasmo desbordante. Como hincha yo era como el personaje de Villa, una mosca. Me hice amigo de los ídolos del Racing de ese equipo donde estaban Corbata, Pizutti, Sosa. Al punto que Sosa lo siguió a todos lados. Incluso me invitó al balneario El Ancla de Olivos, donde estaban todos los jugadores. Y casi me pongo a trabajar en la sastrería de cadete, que tenía en la estación Saavedra.
-T.: ¿Ser psicoanalista generó una lectura paranoica en la crítica?
-LG: Sí, cuando me dediqué al psicoanálisis en muchas de mis novelas era inevitable que encontraran huellas psicoanalíticas que no existían. Mientras que Osvaldo (Lamborghini) pudo poner el falo en sus libros, pero fue parodia. Manuel (Puig), en 'Pubis...' hasta menciona a Lacan, pero era literatura pop. En 'El beso de la mujer araña' despliega la narración con las notas a pie de página para deshacernos de todas las referencias que teníamos en los escritores de los setenta. de página a Freud. Mientras que de inmediato se sospechó que escribía desde el psicoanálisis. Al respecto, lo más claro fue el comentario que me hizo Jorge Panesi en un reportaje: 'Lo que es sospechoso en sus textos literarios es la ausencia de psicoanálisis'. En mis artículos psicoanalíticos renuncio explícitamente al estilo, sólo al argumento. La pregunta ineludible es si me baso en las historias que escucho para escribir. A lo que respondo: ya tengo bastante con lo que trama mi imaginación.
-T.: ¿La trama de tus cuentos forma parte de tu poesía?
-LG : Es posible que mi apuesta por la trama me haya hecho perder estilo. En mis primeros libros no me interesaba la historia. Fue dictado por escrito. En otro sentido, la infancia y su memoria convocan a lo lírico. Hasta el punto de que estoy escribiendo poemas. Su título revela lo que acabo de decir: 'Ejercicios inútiles para abandonar la trama'.