
Cabe destacar los documentales 'Chango, la luz descubre', de sus discípulas Paola Rizzi y Alejandra Martín, hoy también directoras de fotografía, y 'María Luisa Bemberg: el eco de mi voz', de Alejandro Maci, quien también fue discípulo y amigo del creador recordado. Y, yendo a la ficción, pero no tanto, 'Azor', franco-argentino del suizo Andreas Fontana, intriga el entorno financiero local de principios de los 80, ejemplo de cine político bien hecho; 'Vortex', de Gaspar Noé, un drama intenso, naturalista, terrible sobre una pareja de ancianos, quizás más largo que conveniente y con una separación de pantalla no siempre necesaria, pero valiosa, con fuerte humanidad, y 'Petite maman', de Céline Sciamma, quien, partiendo de un duelo familiar,describe tiernamente una etapa de la infancia envuelta en una fantasía protectora. Esta película está próxima.
Línea separada, dos películas en una: 'Re Granchio', centolla, aunque más bien una centolla, de Matteo Zoppis y Alessio Rigo de Righi, que es primero un drama de época en Viterbo, evocado por antiguos pobladores, y luego es una película de aventureros, también de la época, en Tierra del Fuego, que cuenta la trágica y legendaria historia de un solo personaje, rebelde al principio, exiliado después, bajo otro disfraz, siempre desesperado. Nacido en Mississippi, Rigo de Righi vive entre Italia y Argentina. La película es ítalo-argentina. Hay más, entre notables, buenos, serviciales, aburridos e inflados ('Titane', impresionante, pero más forma y provocación que contenido). Muchos se pueden ver gratis en línea, y durante unos días, en la página del Festival. Eso está más organizado. Es un beneficio que dejó la pandemia.