¿Cómo afectan a los niños las discusiones de sus padres o los silencios gélidos?
Ya sabemos por la evidencia científica lo perjudicial que es gritarles a los niños, continuamente activamos su cortisol y como consecuencia se genera en ellos un estado de alerta continua que hace que su cerebro no se desarrolle como debería.
Pero esto también ocurre cuando los gritos no necesariamente van dirigidos directamente al niño, también cuando las peleas son intensas y frecuentes entre sus padres.
Es importante aclarar que discutir delante de los niños de manera adecuada, es decir, con respeto, sin elevar el tono de voz y, en general, con cordialidad, tiene muy poco o ningún efecto en los niños que lo presencian. De hecho, es beneficioso mostrar un modelo sano de confrontación para que ellos también 'aprendan a discutir' bien. Para esto es importante la pedagogía, les enseñaremos que aunque papá y mamá se quieren mucho, tienen desacuerdos que intentan resolver y eso no tiene nada de malo. .
Sin embargo, estudios científicos han concluido que existen consecuencias importantes y nocivas, en niños pequeños y adolescentes, cuando las peleas de los padres son más agresivas, con gritos, faltas de respeto o con el uso del 'silencio castigador' o el trato silencioso. .
Un estudio, realizado conjuntamente por las universidades de Pittsburg y Michigan, publicó que 'los efectos de esta violencia verbal provocan problemas de conducta en los menores, como discusiones y peleas con compañeros, dificultades en el rendimiento escolar, mentiras a los padres, síntomas de tristeza repentina'. y depresión.'
La BBC encargó un estudio al psicólogo y profesor Gordon Harold con un análisis de los efectos que las discusiones que los padres mantienen delante de ellos pueden tener en los menores y el profesor concluyó que una amplia selección de investigaciones académicas desarrolladas desde los años 30 en torno a la psicología infantil (junto con con una variedad de trabajos experimentales y de seguimiento a largo plazo), demuestra que los niños expuestos a conflictos continuos pueden experimentar un aumento de la frecuencia cardíaca y desequilibrios hormonales relacionados con el estrés.
Todo esto puede ocurrir desde los seis meses. También pueden sufrir retrasos en el desarrollo cerebral, problemas de sueño, ansiedad, depresión y conductas disruptivas.
Además, el experto señala que los niños viven los conflictos de forma diferente que las niñas: 'Mientras que los niños suelen tener problemas de conducta, las niñas se involucran más y se ven más afectadas emocionalmente'.
El silencio también es una mala referencia.
Pero no es necesario que siempre haya conflicto explícito, la hostilidad velada también es dañina y captada por los niños de la casa. Según el experto, el silencio también es un mal referente y cuando la relación entre los adultos se enfría o retiran la palabra, los más pequeños también pueden sufrir problemas emocionales y de conducta.
La calidad de la relación entre los padres puede establecer un patrón de conducta que podría repetirse incluso en generaciones posteriores. Esto está en línea con la evidencia científica según la cual, el tipo de apego que desarrollemos con nuestros hijos, y que ellos aprendan en la familia, marcará sus relaciones futuras.
Los estudios concluyen que los niños suelen detectar muy rápidamente el comportamiento de sus padres y saben que algo anda mal, incluso si las conversaciones se mantienen 'privadas'.