La escalada de tensiones comerciales entre Estados Unidos y la Unión Europea, impulsada por los nuevos aranceles impuestos por el gobierno de Donald Trump, ha desatado una profunda preocupación en Europa.
Si bien las medidas estadounidenses representan un duro golpe económico para los veintisiete, analistas advierten que la dependencia tecnológica del Viejo Continente hacia Washington podría ser aún más alarmante y con consecuencias potencialmente devastadoras.
La Unión Europea es el principal socio comercial de Estados Unidos, lo que convierte los aranceles en una fuente de inestabilidad económica.
La capacidad de respuesta europea se ve limitada por su intrínseca dependencia tecnológica.
La mayoría de los ciudadanos europeos utilizan dispositivos Android o Apple, y gran parte de la infraestructura empresarial del continente depende de servicios ofrecidos por compañías estadounidenses.
No hay nadie en Europa que no tenga una relación de dependencia con Estados Unidos a nivel tecnológico, afirma Sancho Lerena, CEO de Pandora FMS. Si se cortan el grifo, volveríamos a la Edad de Piedra.
Este país colapsaría.Esta afirmación subraya la vulnerabilidad estratégica de Europa ante posibles represalias estadounidenses en el ámbito digital.
La preocupación no es infundada.Según fuentes internas, ya ha habido casos de empresas europeas del este que sufrieron interrupciones abruptas de servicios tecnológicos tras conflictos políticos con Estados Unidos.
Alguien dio la orden de apagarlo todo, relata Lerena, aunque considera improbable un escenario similar a nivel continental debido a la complejidad logística de una migración tecnológica masiva, proceso que llevaría años.
José Rosell, CEO de S2GRUPO, recuerda el episodio en el que Estados Unidos amenazó con restringir los servicios de Starlink, propiedad de Elon Musk, al ejército ucraniano en plena guerra contra Rusia.
Son movimientos que pueden suponer un golpe duro, señala. En los tiempos que corren deberíamos trabajar para ser independientes tecnológicamente.
La vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea y comisaria de Competencia, Teresa Ribera, advierte con cautela sobre esta segunda dimensión de la crisis: Habrá que permanecer atentos a esa segunda dimensión que es si puede haber algún otro tipo de preocupación vinculada a la privacidad, a la utilización de esos datos o a los códigos de conducta.
El problema se agrava debido a leyes estadounidenses como la Sección 702 de la FISA (Ley de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera) y la Cloud Act, que permiten al gobierno estadounidense acceder a información almacenada por grandes empresas tecnológicas, incluso fuera de su territorio.
Lo tienen bien atado, confirma Víctor Ronco, CEO de Zerod.
Este control sobre los datos es una preocupación central para el Tribunal de Justicia de la UE y defensores de la privacidad.
Amazon, Microsoft y Google concentran aproximadamente el 70% de los servicios en la nube a nivel mundial, lo que les otorga un poder desproporcionado y potencialmente les permite evadir las regulaciones del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) europeo.
Ante esta situación, Europa se enfrenta al desafío de diversificar su ecosistema tecnológico y reducir su dependencia de Estados Unidos.
La iniciativa privada GaiaX, destinada a crear una infraestructura de datos abierta e interoperable en Europa, avanza lentamente debido a obstáculos burocráticos.
El gobierno español y la UE están impulsando esfuerzos para fortalecer la industria tecnológica europea, pero el camino es arduo.
Nos han lavado el cerebro, lamenta Lerena.La gente siempre quiere zapatillas Nike.
En un contexto de creciente incertidumbre geopolítica, la relación entre Trump y las grandes tecnológicas estadounidenses ha generado inquietud.
La cercanía del republicano a estas empresas, junto con decisiones como el cierre de un centro de moderación de contenidos en Barcelona por parte de Meta o el cambio de línea editorial del Washington Post propiedad de Amazon, sugieren una posible instrumentalización de la tecnología para fines políticos.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, ha expresado su frustración por la falta de diálogo con Trump, y este último ha descalificado a la UE en repetidas ocasiones.
En respuesta, la Unión Europea está considerando medidas como aranceles a servicios digitales estadounidenses o restricciones al comercio de derechos de propiedad intelectual.
La experta Marietje Schaake insta a Europa a reconocer a las grandes tecnológicas como poderes enemigos y a priorizar la construcción de un ecosistema digital más resiliente e independiente, advirtiendo sobre el riesgo de que su implicación en la agenda nacionalista de Trump se utilice como arma contra el Viejo Continente.
La dependencia tecnológica de Europa frente a Estados Unidos no es solo una cuestión económica; es una amenaza para su soberanía y sus valores.
El despertar europeo hacia esta realidad es crucial, pero requiere un esfuerzo concertado y valiente para construir un futuro digital más seguro e independiente.