Una nueva investigación histórica arroja luz sobre una faceta crucial y a menudo romantizada de la Guerra de la Independencia Española (1808-1814): la guerra de guerrillas.
Lejos de ser meros bandoleros o patriotas idealizados, los guerrilleros españoles desempeñaron un papel fundamental en el debilitamiento del poderío francés, desafiando la narrativa tradicional y revelando una complejidad social y política hasta ahora subestimada.
El historiador Antonio Carrasco, autor de Guerrilla: Una Historia Nueva de la Guerra de la Independencia Desperta Ferro, ha dedicado más de quince años a desentrañar esta figura histórica, separándola de las capas de idealización impuestas por el romanticismo decimonónico y los movimientos de liberación del siglo XX. La primera imagen fue construida por viajeros extranjeros que veían a España como un lugar exótico y bárbaro, explica Carrasco.
Luego, la guerrilla se asoció con los movimientos guerrilleros comunistas, reforzando una visión casi anticolonialista.
Carrasco, doctor en Historia Contemporánea, ha abordado el tema desde una perspectiva multidisciplinar, analizando aspectos militares, políticos, sociales y económicos para ofrecer una visión integral del fenómeno.
Mi objetivo era presentar a los protagonistas sin idealizarlos ni demonizarlos, reconstruyendo la guerra desde su propia perspectiva, afirma.
La guerrilla surgió como respuesta a la ocupación francesa, inicialmente manifestándose en acciones espontáneas de resistencia popular, impulsadas por el choque cultural y social entre las costumbres locales y la presencia militar extranjera.
Estas acciones evolucionaron hasta convertirse en una forma de guerra a lo pobre, según Carrasco, que se benefició del apoyo del gobierno patriota, quien legitimó y organizó a estas partidas.
La trascendencia de la guerrilla reside en su carácter revolucionario, subraya el historiador.No se trataba simplemente de resistencia rural; implicaba cuestionar la autoridad real y reclamar un derecho a la autodeterminación.
La guerra de guerrillas, según Carrasco, fue uno de los tres pilares fundamentales para la victoria española sobre Napoleón, junto con el ejército regular español y el apoyo militar inglés.
El historiador enfatiza que Napoleón consideraba a los guerrilleros como rebeldes que debían ser aniquilados, recurriendo a tácticas brutales como represalias contra poblaciones enteras y ejecuciones de líderes locales para sofocar la insurgencia.
Esta escalada de violencia solo sirvió para fortalecer la resistencia patriota.
Un ejemplo paradigmático es Juan Martín Díez, conocido como El Empecinado, quien encarna la transformación del guerrillero rural en un símbolo revolucionario.
Comenzó con una docena de hombres y terminó al mando de más de 2000, relata Carrasco, destacando su evolución tanto militar como política.
La investigación de Carrasco desafía las narrativas tradicionales, revelando que la guerrilla no fue un fenómeno aislado sino un componente esencial en el proceso de liberación española, con implicaciones profundas para la comprensión de la historia contemporánea y los orígenes del concepto moderno de ciudadanía.
No podemos seguir narrando la Guerra de la Independencia como una epopeya sin sombras, concluye Carrasco.