Miles de israelíes se congregaron para despedir este miércoles a Ariel (4 años), Kfir (9 meses) y su madre Shiri Bibas, asesinados durante el cautiverio impuesto por Hamás.
El funeral, un emotivo acto de duelo nacional, trasladó los cuerpos hasta el cementerio de Tsoher, en la frontera con Gaza.
Yarden Bibas, quien fue liberado por Hamás en febrero como parte de un canje de rehenes, pronunció un discurso desgarrador ante el público reunido.
Mi amor, comenzó, dirigiéndose a su esposa Shiri, quien tenía raíces argentinas y peruanas.Recordó con cariño la primera vez que le dijo te amo, una promesa hecha con convicción y ahora cargada de un dolor profundo.
Siento mucho no haber podido protegeros, confesó Yarden, visiblemente conmovido. En su discurso, rememoró la última decisión tomada junto a su esposa el 7 de octubre: ¿Debíamos luchar o rendirnos?, preguntó en el búnker.
Dijiste luchar, así que luché.
Yarden también dirigió palabras a su hijo mayor Ariel, quien, según Hamás, había muerto en un bombardeo israelí en Gaza.
Ariel, dijo con la voz entrecortada, espero que no estés enfadado conmigo por no haber protegido adecuadamente y por no estar ahí para ti.
Espero que sepas que he pensado en ti todos los días, cada minuto.
El padre también lamentó la pérdida de su pequeño Kfir, quien tenía tan solo 9 meses cuando fue secuestrado.
Extraño mordisquearle, confesó Yarden, escuchar su risa, sus juegos antes de ir a trabajar.Apreciaba tanto esos pequeños momentos y ahora los extraño más que nunca.
Su hermana, Ofri Bibas Levy, también habló durante el funeral.Recordaré a mis sobrinos y cuñada felices, riendo; como una familia, expresó con tristeza.
Sus muertes eran evitables añadió, pidiendo al Gobierno investigar lo sucedido y asumir responsabilidades.
La tragedia se suma a la escalada de violencia entre Israel y Hamás, que continúa generando un profundo dolor y sufrimiento en ambos bandos.
El acuerdo alcanzado para liberar a 620 presos palestinos y entregar cuatro cuerpos de rehenes israelíes no logra mitigar el impacto emocional del horror vivido por las familias como la de los Bibas.