Unas recientes acusaciones por parte de Alnur Mussayev, exjefe de inteligencia kazajo, han sacudido la escena política internacional.
Mussayev, quien afirmó haber trabajado en la Sexta Dirección del KGB, responsable de contrainteligencia económica, sostiene que Donald Trump fue reclutado por la agencia soviética a finales de los años 80 bajo el nombre en clave Krasnov.
Mussayev publicó sus afirmaciones en Facebook, donde además declaró que el archivo personal de Krasnov había sido eliminado del FSB (servicio secreto ruso) y ahora está siendo manejado de forma privada por un colaborador cercano de Vladimir Putin.
A pesar de no ofrecer pruebas que sustenten su testimonio, las acusaciones han generado una profunda conmoción y alimentan la larga lista de especulaciones sobre los lazos entre Trump y Rusia.
Estas nuevas revelaciones se unen a la inquietud constante expresada por altos cargos estadounidenses sobre la estrecha relación del presidente con Vladimir Putin, especialmente durante su primer mandato.
Anthony Scaramucci, exdirector de comunicaciones de la Casa Blanca, ha añadido otro punto de inflexión al afirmar en un podcast que muchos ex funcionarios de alto rango dentro del gobierno Trump se han sentido desconcertados por la aparente deferencia de Trump hacia el mandatario ruso.
Creo que hay un misterioso control sobre el presidente, declaró Scaramucci, quien no ofreció detalles concretos sobre la naturaleza de este supuesto control.
Señaló que figuras como HR McMaster, James Mattis y John Kelly también habían expresado su incapacidad para comprender la afinidad de Trump por Putin.
Esta situación ha generado una intensa polémica y un debate acalorado en la opinión pública.Si bien no existen pruebas concluyentes que respalden las acusaciones contra Trump, la sombra del pasado sigue oscureciendo su presente y plantea serias dudas sobre sus motivaciones y lealtad hacia los Estados Unidos.