La intensificación de las lluvias ha generado una situación crítica en la Quebrada del Toro, específicamente en la entrada a Campo Quijano por la Ruta Nacional Nº 51.
El caudal del río Blanco se ha desbordado arrastrando grandes cantidades de sedimentos, piedras, ramas y barro desde las altas cumbres, poniendo en grave peligro el puente ferroviario del ramal C14.
La acumulación de material rocoso alcanza actualmente los 60 centímetros de distancia respecto a las vías ferroviarias, cuando en condiciones normales dicha separación era de casi cuatro metros.
Es una situación inédita, afirma un habitante local, quien agrega: Nunca habíamos visto el río Blanco con tanta fuerza.
La majestuosidad del río, tradicionalmente conocido por sus aguas cristalinas y su atractivo turístico, se ha transformado en un escenario inquietante.
La intensidad de la corriente ha teñido el agua con tonos blanquecinos y chocolate, dependiendo de la cantidad de sedimentos suspendidos.
La amenaza no se limita al puente ferroviario, sino que también afecta a la Ruta 51, donde varios arroyos cortaron el paso.
Si bien las tareas de mantenimiento en dicha ruta han sido constantes, no se han implementado medidas preventivas específicas en el sector ferroviario, lo que aumenta el riesgo de una obstrucción o daño estructural en el puente.
Expertos ambientales señalan que la falta de mantenimiento del cauce del río Blanco, una zona mayormente privada, ha contribuido a la acumulación acelerada de sedimentos.
El torrente desciende con gran fuerza desde las quebradas de río La Virgen y Triángulo, inundando puentes menores e impactando la conectividad local.
El puente ferroviario se encuentra en una situación particularmente crítica, con una reducción drástica del espacio entre el agua y la estructura del puente.
A principios de este año, una crecida ya había cubierto un pequeño puente con ramas y piedras, y actualmente el acceso al río está restringido.
Algunos turistas desafían las advertencias y se adentran en la zona, poniendo en riesgo su propia seguridad.
Los diques naturales que normalmente regulan el flujo de sedimentos han cedido ante la fuerza del agua, exacerbando la acumulación de material en la Quebrada del Toro, especialmente en los primeros kilómetros entre Campo Quijano y Alisal.
La situación genera preocupación por el impacto ambiental y económico de la zona, así como por la seguridad de las personas que habitan o transitan por allí.