El reciente accidente aéreo en Washington D.C., que dejó 67 víctimas mortales, ha conmocionado al mundo.
Si bien la investigación aún está en curso y la Administración Federal de Aviación (FAA) no espera un informe concluyente hasta dentro de un mes, análisis preliminares apuntan a una posible causa: la falta de personal en la torre de control del aeropuerto Ronald Reagan.
Fuentes estadounidenses indican que en el momento del accidente solo había un controlador aéreo trabajando, cuando normalmente serían dos.
Esta situación se suma al hecho de que dicho controlador también debía gestionar el tráfico tanto de aviones como de helicópteros, lo cual, según expertos, es una práctica común y recomendada para evitar confusiones entre controladores.
Lo normal es que si el avión y el helicóptero están en el mismo sector o pueden converger, estén bajo el mismo controlador, explica Susana Romero, portavoz de la Unión Sindical de Controladores Aéreos (USCA).
Yo trabajo en Santiago, que es base de helicópteros de salvamento de la Guardia Civil, y controlamos al mismo tiempo sus helicópteros y los aviones comerciales.
La presión sobre los controladores aéreos estadounidenses podría ser un factor crucial.
En EEUU hay una carencia de controladores porque a raíz de la pandemia despidieron a muchísimos y, cuando el tráfico se recuperó, no todos regresaron a sus puestos, señala Romero.
Hay controladores que hacen 2.400 horas anuales, lo cual es una auténtica barbaridad.
Juan Martínez, portavoz del Sindicato Profesional Independiente de Controladores Aéreos (SPICA), coincide en la importancia de un adecuado número de controladores para evitar errores.
En condiciones normales, contar con dos controladores aéreos o más, dependiendo del volumen de tráfico, contribuye a distribuir la carga de trabajo y reducir la posibilidad de cometer errores.
La investigación busca determinar si la falta de personal en la torre de control fue el único factor causal del accidente o si existió una combinación de factores humanos, técnicos y ambientales que contribuyeron al siniestro.
La complejidad del caso se ve agravada por la confusión que puede generarse durante las operaciones nocturnas.
La noche siempre hace que la visión del resto de aeronaves sea diferente, explica Martínez.Lo único que se puede percibir son sus luces, lo que produce muchas ilusiones ópticas que te pueden llevar a cometer un error de conciencia situacional.
Las autoridades esperan poder arrojar luz sobre las causas del accidente y determinar si medidas adicionales son necesarias para evitar tragedias similares en el futuro.