La decisión conjunta del gobierno nacional y provincial de Salta de construir un alambrado perimetral en Aguas Blancas, ciudad fronteriza con Bolivia, ha generado debate sobre el equilibrio entre la seguridad y las relaciones bilaterales.
El proyecto, enmarcado en el Plan Güemes, busca reforzar los controles migratorios y prevenir actos ilícitos como el narcotráfico y el contrabando.
El gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, justifica la iniciativa al señalar que se trata de una política conjunta para combatir el crimen organizado en una zona crítica por su alto flujo de personas y bienes.
Es la primera vez en la historia que se está trabajando seriamente y en conjunto para combatir el narcotráfico, afirmó Sáenz.
El alambrado, según el gobernador, optimizará la supervisión del tráfico humano y mercantil, facilitando la detección temprana de actividades sospechosas.
Las autoridades bolivianas han expresado su disconformidad con la construcción del alambrado, argumentando que afecta a la soberanía nacional.
El gobierno salteño ha respondido señalando que el alambrado se construirá en territorio municipal argentino y que Bolivia no tiene motivos para objetar la medida.
Sáenz recordó que Bolivia también había expresado objeciones cuando Salta comenzó a cobrar por los servicios de salud pública a extranjeros.
No tenemos que dar explicaciones, afirmó, al tiempo que recalcó que las medidas busca proteger tanto a los argentinos como a los ciudadanos bolivianos.
El gobernador tucumano, Osvaldo Jaldo, respaldó la iniciativa del gobierno nacional y provincial de Salta, argumentando que las medidas de seguridad fronteriza deben enfocarse en combatir el ingreso de drogas y productos ilegales sin generar conflictos con Bolivia.
Mucho de lo que tiene que ver con el contrabando, como el ingreso de sustancias tóxicas al país, se realiza por el norte y una parte toca al hermano país de Bolivia, señaló Jaldo.
El proyecto del alambrado fronterizo en Aguas Blancas se presenta como un desafío para la cooperación regional.
Si bien busca fortalecer la seguridad fronteriza, sus efectos potenciales en las relaciones bilaterales con Bolivia requieren un análisis profundo y una gestión diplomática cuidadosa.