El cierre definitivo de Marineland, el mayor parque marino de Europa ubicado en Antibes, Francia, ha dejado una profunda huella en el panorama del entretenimiento animal.
Tras más de cinco décadas de actividad, este domingo se celebró el último espectáculo, poniendo fin a una era marcada por la interacción entre humanos y animales marinos.
La decisión, impulsada tanto por la ley de 2021 que prohíbe los espectáculos con cetáceos a partir de 2026 como por la disminución del interés público en este tipo de atracciones, ha puesto el foco sobre el destino de sus residentes, especialmente Wikie y Keijo, dos orcas de 23 y 11 años respectivamente.
El parque, que recibía hasta 1.2 millones de visitantes anuales hace una década, ha visto su afluencia disminuir drásticamente en los últimos años, llegando a las 425.000 entradas vendidas en 2022.
Según el comunicado emitido por Marineland al anunciar su cierre, el 90% de sus visitantes acudían específicamente para presenciar los espectáculos con orcas y delfines, lo que hace que la nueva legislación sea un factor determinante en su cierre.
El público ha evolucionado en su visión de este tipo de espectáculos con animales que no son naturales, declaró Agnés Pannier-Runacher, Ministra de Transición Ecológica francesa, a la cadena BFM. Es una tendencia global que se observa en todo el mundo.
El Ministerio trabaja junto al parque para explorar las opciones para Wikie y Keijo, quienes no podrían sobrevivir en libertad debido a su dependencia del entorno controlado del parque.
La opción inicial de enviarlas a un parque japonés fue rechazada por el Ministerio debido a las preocupaciones sobre la salud de las orcas durante un traslado tan largo y por las diferencias en los estándares de protección animal entre Europa y Japón.
Actualmente, se baraja la posibilidad de que las orcas sean reubicadas en un parque marino en Tenerife, Islas Canarias, una opción sugerida por el Ministerio.
La asociación One Voice propone un santuario natural en Nueva Escocia, Canadá, aún en construcción.
Pannier-Runacher no ha confirmado ninguna opción específica, dejando en manos de Marineland la responsabilidad de presentar propuestas al Ministerio.
El dilema del futuro de Wikie y Keijo representa un caso emblemático que ilustra la compleja transición hacia una sociedad más consciente de las necesidades y bienestar animal.