Los Ángeles, la segunda ciudad más grande de Estados Unidos, se enfrenta a un infierno provocado por devastadores incendios que han sumido a miles de personas en el caos y el terror.
Las llamas, alimentadas por fuertes vientos, han arrasado con 10.000 hogares y más de 14.000 hectáreas, cobrándose la vida de 11 personas y obligando a la evacuación masiva de comunidades enteras.
En medio de esta tragedia, los servicios de emergencia han sido objeto de una intensa crítica por su aparente ineficacia en la respuesta ante el desastre.
Ciudadanos que han perdido sus hogares denuncian un abandono por parte de las autoridades.Nos han fallado en todo, expresa Nicole Perri, cuyo hogar fue destruido completamente en Pacific Palisades.
James Brown, abogado jubilado de 65 años, coincide: Las autoridades no estaban preparadas para manejar esta situación.
La percepción de una respuesta deficiente se ha intensificado tras el envío erróneo de alertas de evacuación a ciudadanos residentes en zonas seguras durante los últimos días, lo que generó confusión y frustración.
El alcalde de Los Ángeles, Karen Bass, enfrenta aún mayores cuestionamientos por haber estado ausente durante la crisis, realizando una misión diplomática en Ghana mientras sus ciudadanas luchaban contra el fuego.
La imagen de la ciudad me recuerda a un escenario de guerra con bombardeos, declaró el presidente Joe Biden al expresar su solidaridad con los afectados.
El Papa Francisco también ha condenado la tragedia y expresado su tristeza por las vidas perdidas.
Las autoridades han implementado medidas para controlar la situación, incluyendo toques de queda en zonas afectadas como Pacific Palisades y Altadena debido a un aumento preocupante de saqueos en viviendas evacuadas.