España se inclina a levantar las sanciones a Siria tras reunión con nuevo gobernante

Damasco está marcada por los cicatrices de una guerra civil que lleva más de 14 años dejando su huella en cada rincón.

Los restos de edificios antiguos yacentes, testigos del pasado convulso, contrastan con la ambición de construir un futuro diferente.

En el Palacio del Pueblo, símbolo de poder, se escenificó recientemente un cambio radical: tras la caída del régimen de Bashar al Assad, el líder de HTS, Abu Mohamad al Jolani, tomó las riendas como gobernante de facto del país.

La visita del ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel Albares, marcó un hito en esta nueva etapa.

Tras una reunión con al Jolani, Albares anunció su disposición a replantear la postura europea sobre las sanciones impuestas a Siria.

El levantamiento de estas sanciones debe ir acompañado del cumplimiento de ciertos parámetros, afirmó el ministro, enumerando los derechos de mujeres y minorías, el desmantelamiento de milicias armadas y la eliminación de arsenales químicos, incluyendo laboratorios que fabricaban captagon.

Albares enfatizó que el pueblo sirio no tiene ninguna culpa y se mostró optimista ante el apoyo del resto de países europeos a esta propuesta.

La visita de Albares fue más allá de una simple reunión diplomática. Su recorrido por la prisión de Sednaya, conocida como el matadero humano, donde se estima que 30.000 personas fueron ejecutadas durante el régimen anterior, sirvió como recordatorio del pasado oscuro que Siria intenta superar.

El ministro también resaltó la importancia del diálogo nacional inclusivo y la elaboración de una nueva constitución para Siria, proceso en el cual, según al Jolani, participarán más de 1.500 personas.

Se espera que este proceso culmine con unas elecciones libres y democráticas.

Albares se ha mostrado optimista sobre el futuro de Siria, destacando que la visita de países occidentales como España, Francia, Alemania e Italia es un signo de esperanza y apoyo político a la transición.

También advierte sobre la necesidad de cautela y observación constante del desarrollo de los acontecimientos.

Mientras tanto, en el Palacio del Pueblo, al Jolani intenta forjar una nueva imagen para sí mismo y para Siria, dejando atrás su pasado como líder de un grupo considerado terrorista por Naciones Unidas.

Su elección de atuendos y la atención meticulosa a los detalles demuestran la ambición de construir un futuro diferente.

La transición siria aún es un enigma, pero el mundo observa con interés y cautela este proceso que podría marcar un antes y un después para el país.