La decisión del presidente Donald Trump de renombrar el golfo de México como golfo de América ha generado una controversia internacional, desatando debates sobre soberanía nacional, histórica tradición y el impacto en la navegación global.
Esta medida unilateral, anunciada durante su discurso de investidura, ha sido recibida con escepticismo por expertos geográficos y por países vecinos, quienes consideran que la modificación del nombre es arbitraria e ignora el consenso internacional.
Es un topónimo que data del siglo XVII y ahora EEUU pretende cambiar de forma caprichosa y unilateral, sin que haya ningún consenso ni ningún elemento nuevo que justifique esa modificación, declara Carlos Manuel, vicepresidente del Colegio de Geógrafos.
El cambio ya se está reflejando en algunos medios de comunicación estadounidenses como el servicio meteorológico de Florida, pero su implantación global parece un desafío considerable.
México ha expresado su rechazo rotundo a la nueva denominación, argumentando que la decisión no respeta la realidad geopolítica y el derecho internacional.
Esta disputa territorial, que recuerda a la controversia sobre el nombre del río fronterizo (Río Grande en EEUU, Río Bravo en México), podría escalar hasta las Naciones Unidas, donde existen organismos especializados en la normalización de nombres geográficos.
Cuando hay falta de acuerdo entre dos países, se genera un conflicto que se puede alargar mucho en el tiempo, señala Manuel.
Es complicado decir quién tiene potestad para establecer el nombre correcto, pero México puede presentar una reclamación en la ONU.
El caso del golfo de México se suma a otros conflictos geográficos a nivel mundial, como la disputa sobre el mar entre Corea y Japón o las islas Malvinas controladas por Gran Bretaña.
Estos ejemplos evidencian la complejidad de los debates toponímicos que, a menudo, están arraigados en cuestiones históricas y políticas.
El futuro del golfo de México sigue incierto.Si bien es probable que Estados Unidos continúe utilizando el nombre golfo de América durante su mandato, la comunidad internacional parece inclinada a mantener la denominación tradicional.