La frágil paz que se ha establecido entre Israel y Hamás tras 15 meses de guerra se basa en un acuerdo complejo que incluye un intercambio de prisioneros, una prueba crucial para el éxito del alto el fuego.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, había pospuesto la ratificación del pacto debido a presiones internas por la liberación de presos palestinos involucrados en actos violentos.
Finalmente, tras largas negociaciones, el gobierno israelí aprobó el acuerdo, abriendo un camino hacia la tregua.
Este proceso no está exento de riesgos.Gabriel Garroum, profesor especializado en Relaciones Internacionales y Seguridad Internacional de la UPF, advierte que si algo sale mal durante el intercambio de prisioneros, todo el alto el fuego podría desmoronarse.
El éxito del acuerdo depende de la ejecución meticulosa de cada etapa, incluyendo la liberación de 33 rehenes israelíes a cambio de presos palestinos.
El objetivo es establecer mecanismos de control y verificación para que todos los actores estén informados sobre la situación, explica Garroum.
Israel exige la liberación de cerca de mil prisioneros de Hamás detenidos después del 7 de octubre, excluyendo aquellos implicados en acciones militares.
Este tipo de intercambio no es nuevo en el conflicto israelo-palestino.En ocasiones anteriores, se han negociado intercambios de prisioneros con ratios similares, ya que Israel considera a los rehenes como individuos de alto valor estratégico.
La desconfianza entre las partes exige la mediación de actores internacionales como la Cruz Roja.
Álvaro de Argüelles, analista de El Orden Mundial, destaca que el intercambio de prisioneros no es el principal problema del acuerdo.
En su opinión, la salida de las tropas israelíes de la Franja de Gaza es un punto más delicado.
Hamás podría estar manteniendo a los rehenes con vida para obtener mejores condiciones en futuras negociaciones, afirma Argüelles.
La presión del tiempo debido al cambio de Administración en Estados Unidos también ha acelerado el proceso de acuerdo.
El alto el fuego representa una oportunidad crucial para aliviar la crisis humanitaria en Gaza, donde miles de personas han muerto y millones se encuentran desplazadas.
La fragilidad del acuerdo recuerda que la paz es un estado precario que requiere constante atención y compromiso por parte de todas las partes involucradas.