El adiós al Diablo de la República: Jean-Marie Le Pen recibe sepultura bajo fuerte dispositivo policial
La localidad de La Trinité-sur-Mer, en Bretaña, albergó este sábado el funeral privado de Jean-Marie Le Pen, histórico líder ultraderechista francés fallecido a los 96 años.
La ceremonia, marcada por una estricta seguridad policial debido al controvertido legado del exdirigente, congregó a unos 200 invitados cercanos, entre ellos su hija Marine Le Pen y la eurodiputada Marion Maréchal, nieta del difunto.
Jean-Marie Le Pen fue un personaje controvertido pero sin duda histórico, declaró el politólogo Jean-Luc Mélenchon en una entrevista reciente.
Su influencia en la política francesa ha sido innegable, aunque sus ideas y posturas siguen siendo objeto de debate.
Antes del entierro, una misa se celebró en la iglesia local en homenaje al fundador del Frente Nacional (FN), posteriormente rebautizado como Agrupación Nacional (RN).
Los actos fúnebres estuvieron cerrados a la prensa y fueron custodiados por un importante dispositivo policial con el objetivo de evitar posibles disturbios.
La figura de Jean-Marie Le Pen, conocido como el diablo de la República, ha generado una profunda división en la sociedad francesa.
Condenado varias veces por antisemitismo y xenofobia, y acusado de practicar tortura durante la guerra de independencia de Argelia, su legado sigue siendo objeto de controversia.
Un reciente sondeo de Odoxa revela que el 68% de los franceses tienen una opinión negativa del fundador del FN. A pesar de las condenas y controversias, Jean-Marie Le Pen logró posicionar temas como la inmigración en el debate político francés, un legado que sigue presente en la actualidad.
Su hija, Marine Le Pen, heredó el liderazgo del partido y lo reorientó hacia una estrategia de desdiabolización, aunque manteniendo algunos postulados antiinmigrantes heredados de su padre.
Su ascenso en las últimas elecciones presidenciales ha consolidado al RN como una fuerza política relevante en Francia.
La reconciliación entre padre e hija se produjo en los últimos años, tras una larga disputa.Ahora, el Diablo de la República descansa en paz en el pequeño cementerio de La Trinité-sur-Mer, dejando tras de sí un legado complejo y controvertido que aún tendrá resonancias en el panorama político francés.