La atmósfera en Venezuela se carga con tensión a medida que se acerca el día de la elección presidencial.

Las encuestas proyectan una abrumadora victoria para Edmundo González Urrutia, candidato opositor al régimen de Nicolás Maduro, quien ostenta el poder desde hace más de una década.

Las perspectivas de un cambio de régimen se ven oscurecidas por el riesgo inminente de violencia y la incertidumbre sobre la aceptación del resultado electoral por parte del gobierno actual.

La elección en Venezuela adquiere un significado geoestratégico crucial debido a su posición como poseedora de las mayores reservas probadas de petróleo del mundo, convirtiéndola en un campo de batalla diplomática entre dos bloques: Estados Unidos y sus aliados occidentales, por un lado, y Rusia, China, Irán y Cuba, que respalda el régimen chavista.

La oposición venezolana, impulsada por la promesa de una democracia plena y libre de corrupción, ha recibido apoyo de figuras como Javier Milei, presidente de Argentina, quien se ha pronunciado con vehemencia en contra del régimen de Maduro.

Las acciones disruptivas y los llamados a la violencia para provocar un levantamiento popular han generado preocupación tanto dentro como fuera del país.

Para muchos observadores internacionales, el escenario actual recuerda al conflicto entre Ucrania y Rusia, donde las tensiones geopolíticas se han traducido en una guerra devastadora.

Si bien Estados Unidos ha evitado un despliegue militar directo en Venezuela, la posibilidad de intervenir para evitar que las reservas petroleras caigan en manos de sus rivales no puede descartarse si la situación se deteriora significativamente.

La oposición venezolana enfrenta serios desafíos. El régimen de Maduro, con el respaldo de las Fuerzas Armadas, ha implementado una serie de medidas para garantizar su victoria electoral, incluyendo la reingeniería del sistema electoral con cambios en los centros de votación y el control de medios de comunicación.

Se han producido detenciones arbitrarias de líderes opositores y se ha limitado la participación de observadores internacionales.

Es prematuro y potencialmente crítico asumir que la elección está decidida por González, escribió Arturo Marcelino Sosa Abascal, general de la Compañía de Jesús, en un correo electrónico confidencial.

El temor a una violencia generalizada es real.Maduro amenazó con un baño de sangre si no gana la elección, lo que ha generado condena internacional.

Se espera que los esfuerzos diplomáticos para asegurar una transición pacífica continúen intensificándose, pero la incertidumbre sobre el futuro de Venezuela persiste.