Un nuevo sismo sacude Cuba, dejando daños materiales y reactivando preocupaciones por la vulnerabilidad del país.
La región oriental de Cuba se vio nuevamente azotada por un terremoto de magnitud 6,1 en la escala de Richter, generando preocupación y daños materiales significativos.
A pesar de que no se han reportado víctimas mortales hasta el momento, el sismo ha afectado a más de 90 viviendas y cuatro edificaciones estatales, según información proporcionada por medios locales.
El epicentro del temblor se ubicó a 35 kilómetros al suroeste de Chivirico, en la provincia de Santiago de Cuba, a una profundidad de 9 kilómetros.
El Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas de Cuba (Cenais) ha registrado más de 300 réplicas desde la madrugada, tres de ellas perceptibles con magnitudes entre los 3 y 4 grados.
Enrique Diego Arango, jefe del Servicio Sismológico Nacional, explicó que aunque este sismo no es una réplica directa de los registrados en noviembre pasado en la provincia de Granma, ambos se originan en la misma falla geológica: la Falla Oriente.
Este evento sísmico es el número 137 perceptible del año 2024 y ha sido sentido hasta las provincias de Ciego de Ávila y Camagüey en el centro-este del país.
El especialista señaló que es normal que se produzcan réplicas tras un temblor principal y que estas puedan ser percibidas por la población.
La Falla Oriente, ubicada a lo largo de la costa sureste de Cuba, ha sido históricamente la zona con mayor actividad sísmica en el país caribeño.
En 2023, se registraron 7.475 sismos en Cuba, de los cuales 14 fueron perceptibles, según el resumen anual del Cenais.
La región oriental se encuentra ubicada en una zona de convergencia de diferentes sistemas de fallas tectónicas que presentan una alta actividad sísmica.
El pasado 3 de diciembre, un sismo de magnitud 4,1 grados fue percibido en localidades de las provincias de Santiago de Cuba y Granma.
El 10 de noviembre de 2023, dos terremotos de magnitudes 6 y 6,7 golpearon la región oriental del país, dejando 10 personas heridas y más de 8.600 viviendas dañadas.
Este último sismo resalta la vulnerabilidad de la infraestructura cubana ante eventos sísmicos, generando preocupación entre la población sobre la capacidad del sistema de protección civil para afrontar potenciales catástrofes.