En Argentina, la tradición de adornar el árbol de Navidad se lleva a cabo con una peculiaridad: el día elegido es el 8 de diciembre, coincidiendo con la celebración del Día de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.

Esta fecha, declarada feriado nacional inamovible, genera una pregunta recurrente en muchos argentinos: ¿Existe alguna relación entre esta festividad religiosa y la tradición navideña?

La respuesta es un rotundo no.
De acuerdo a expertos en historia cultural, el origen del árbol navideño se remonta a la cultura germánica, mucho antes del cristianismo.

En otras partes del mundo, las fechas para adornar el árbol son variables y suelen coincidir con días santos o con el comienzo del Adviento, periodo de espera previo a la Navidad.

En algunos países como Estados Unidos, el árbol de Navidad aparece después del Día de Acción de Gracias, mientras que en Inglaterra, la British Christmas Tree Growers Association (BCTGA) recomienda comprar árboles naturales a partir del 1 de diciembre para garantizar su frescura hasta la Navidad.

A pesar de no existir una conexión directa con la celebración católica, la coincidencia ha arraigado profundamente en la cultura argentina.

Es un elemento importante dentro de la tradición navideña nacional, comenta el historiador Juan Pérez, a lo largo del tiempo se ha convertido en una costumbre familiar que marca el inicio de la época festiva.

El árbol de Navidad argentino, con sus tradicionales bolas coloridas, guirnaldas brillantes y estrellas en la cima, representa la alegría de compartir en familia, el espíritu de celebración y la esperanza.

La tradición establece desarmar el árbol el 8 de enero, un mes después de su instalación.Sin embargo, algunos prefieren hacerlo el día de los Reyes Magos (6 de enero), coincidiendo con la culminación de las festividades navideñas.