Kamala Harris consolida su posición como candidata demócrata y se prepara para enfrentar críticas sobre la política fronteriza.

La vicepresidenta Kamala Harris ha recibido un impulso significativo en su camino hacia la candidatura presidencial demócrata, consolidando apoyos entre donantes, estructuras estatales y líderes del partido.

La posibilidad de una contienda interna en la convención demócrata se ha desvanecido, ya que potenciales rivales han mostrado su respaldo a Harris.

Para asegurar su nominación oficial, Harris necesita el apoyo de al menos 1976 delegados sobre un total aproximado de 4000 en la votación de la convención del partido, programada para agosto.

Su equipo de campaña se compone de figuras clave como Julie Chavez y Jen OMalley Dillon, quienes previamente trabajaban con Joe Biden, además de incorporaciones estratégicas como el ex fiscal general Eric Holder y David Plouffe, asesor cercano a Barack Obama, quien ha dado señales de apoyo a Harris.

La campaña de Harris ya está delineando su estrategia, destacando su experiencia como procuradora de California y contrastándola con la figura de Donald Trump.

Se busca posicionar a Harris como una candidata que encarna el orden y la justicia, incluso atrayendo a votantes republicanos insatisfechos con los escándalos relacionados con Trump.

Un tema crucial que se espera que domine el debate es la política fronteriza, especialmente en el contexto del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y la migración desde Centroamérica.

Harris se ha preparado para enfrentar las críticas al respecto, argumentando que su rol no comprendía el control fronterizo, responsabilidad que recaía sobre Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional, y Xavier Becerra, secretario de Salud.

La narrativa que busca construir Harris es la de una colaboradora enfocada en abordar las causas de la migración centroamericana, buscando un enfoque de cooperación con México.